jueves, 20 de mayo de 2010

¡ATENCIÓN! Desencadenaos los unos de los otros..!

 
¡ATENCIÓN!
Desencadenaos los unos de los otros..!

ATENDÁMONOS A NOSOTROS MISMOS COMO QUISIÉRAMOS SER ATENDIDOS
Es el tema que hoy trataremos, con miras a leer de otra manera nuestra realidad interior tal que, nuestra realidad exterior pueda tornarse más amable en beneficio de nosotros mismos y de aquellos que nos rodean.
La belleza es un arte que nace en los primeros tiempos de la humanidad, allí cuando el hombre de las cavernas, intentaba ya escribir con trazos la realidad que vivía.
Cortar un espacio para hacer surgir ahí una figura es arte, es el arte del escultor cuando de la piedra va haciendo emerger aquel, aquella o aquello que quiere escribir con cincel para la lectura de quien bien pueda atender esa enigmática letra. Decorar un espacio es hacerlo más habitable, más armonioso tal que como un refugio para los mortales, dé reposo.
Cuando alguien acude al salón de belleza, se quiere más bello, y si se quiere más bello es porque no se siente lo suficientemente bello. Pero lo es. De por sí ya, lo es. Es bello solo por el hecho de estar vivo y además presentar todas sus facultades físicas, psíquicas e intelectuales intactas. No quiere esto decir que quienes no presenten tal perfección no sean bellos, también lo son por supuesto quizá más que aquellos a quienes la naturaleza ha dotado de mayor perfección. ¿Por qué quizá más bellos?
Porque todos, irremediablemente, requerimos representar en lo simbólico, La falta en ser so pena de lo que nos falta…, por realizar, lo representemos entonces, imaginariamente, es decir, en… mil y una formas. Una de ellas es el no estar contentos con nuestra belleza. Otra más es el no estar contentos con lo que realizamos. Otra más son las miles de quejas en las que no hacemos más que mencionar lo que quisiéramos que los otros nos dieran o hicieran por nosotros, porque supuestamente, nos hace falta. Y la persona con algún defecto físico, a veces, solo a veces, logra ahí representar, en tal “defecto”, su falta en ser, y ya está…, es cuando surgen investigadores que tratan de remediar su falta o la de su familia, y un corazón ponen nuevo al mundo.
Como quien dice, en la queja y la representación de la imperfección, ¿ponemos que? El deseo que no hemos logrado reconocer en nosotros mismos y por lo tanto tampoco, poner en palabras ni mucho menos darle curso. Si no ponemos en palabras lo que deseamos, no sabremos qué camino seguir, hacia donde dirigirnos o qué es lo que nos dirige. Y no ponemos en palabras nuestro deseo porque no lo reconocemos.
Tal es que… vivimos haciendo cosas según palabras oídas. “que… ¡para qué amigos!” decía una joven mujer madre en presencia de su pequeño hijo. Repetía incansablemente la frase fatídica. El niño escuchó tales palabras sin saber de dónde provenían las mismas, creyendo por entonces, sin saber aún de la problemática humana interior, que su mamá decía “verdad”, lo que el niño interpreta es: que a tener amigos hay que decirle no, aunque se lo desee. En fin, no tenía ni siquiera que creer nada ni interpretar nada, simplemente, en estado de segunda consciencia como nos lo enseñan las histéricas del Famoso neurólogo francés Charcot, tal y como además Freud y todos los psicoanalistas subsiguientes han descrito; el pequeño simplemente, quedó impregnado de tal frase “para qué amigos”. Así es como llegado a su adultez se encontró sin amigos y diciendo un día…. “es que…. ¿para qué amigos?” … ¡la misma frase de su madre!. Otro niño con la misma frase por supuesto, pudo crearse otra realidad y hoy en día escribe libros sobre la amistad respondiendo a la pregunta materna de…. ¿para qué amigos?”
Vivimos ejecutando entonces, sin apenas darnos cuenta, palabras, frases que como de órdenes oídas…  dictaminan nuestro diario quehacer.  Decimos que cumplimos el deseo de un Otro al que no reconocemos, del que nada sabemos. Frases oídas como la ninfa eco, repitiéndolas para expresar algo del impronunciable deseo no reconocido que permanece entonces, inconsciente, bloqueado, atascado allí donde no ha habido una respuesta e insistiendo al repetirse, en hacerse saber.
Es lo mismo que cuando un conductor de taxi es agredido por alguien, transeúnte o compañero de oficio, u otro, tal agresión que queda arremetida entre pecho y espalda, emerge, en algún otro lugar; la familia, otra calle, otro transeúnte…, Etc. Sin apenas darnos cuenta, somos transmisores del odio, del malestar, de la venganza.
Así mismo el niño de otrora, y sin saberlo, trasmite el desasosiego de su joven madre ante algún malentendido irremediable con alguna amistad y desde cuando decidió, madre e hijo, nunca más tener amigos, o el otro niño, responde a su mamá qué es tener amigos, otra lectura de la misma frase.
¿Cómo parar esa situación de encadenados que nos atraviesa, cómo desencadenarnos?
Por el momento y para lo que se refiere del oficio del cuidado de la belleza, Atendámonos a nosotros mismos como quisiéramos que los otros nos atendieran.
Margarita Mosquera Zapata
Psicoanalista
Consultorio: 3168255369 // 3012819814
Medellín, Colombia 
 este texto fue ofrecido en la fecha con ocasión de celebrar el oficio del cuidado de la belleza en la ciudad, un grupo de personas dedicadas a tal arte, se reúnen con periodicidad quincenal para trabajar en las cosas de ellas y sus clientes, en eso que nos hace Uno como momento creador de encuentro y que nos posibilita, en esa unión creadora, la vida.
espero que a cualquier trabajador en las cosas de la estética y de la belleza le sea igualmente útil.

sábado, 1 de mayo de 2010

Lo que podría ser una respuesta a Michel Onfray y al libro negro del psicoanálisis

Lo que podría ser una respuesta a Michel Onfray y al libro negro del psicoanálisis

Luego de un debate alrededor del psicoanálisis en la televisión (la 5, jueves 15 abril 2010), a partir del libro de Michel Onfray (filósofo): " "El crepúsculo de un ídolo, La invención freudiana" (Ed. Grasset)" y del "Libro negro del psicoanálisis", virulenta crítica de las TCC contra el psicoanálisis.  Experimenté la necesidad de darle un puñetazo.
Encuentro que valía la pena ese debate: para ver hasta qué punto los psicoanalistas presentes no sabían defenderse. Yo hubiera sido del buen pueblo ante la tele, daba razones sin combate a Onfray y a los otros.
Solo tenían a Freud en la boca. Pues bien, responder sobre Freud, incluso diciendo que hubo otros psicoanalistas después de él, como lo hizo Alain de Mijola, era dar razón a lo que denunciaban los detractores del psicoanálisis: que todo reposa sobre un ídolo, lo que fue llevado a la potencia 10 con Lacan. Mijola concluía en ese punto: el hombre, pudo tener debilidades, lo que nos queda es su pensamiento. Y él,  Mijola, piensa?  Diríamos que no, incluso si escribe best seller.
No, lo que nos queda, esencialmente, es su método, no su pensamiento! Si no, sería sólo un filósofo entre otros!  Lo que defendió  Onfray  por otra parte: Freud  es un filósofo entre otros. Su método, en Freud, es, lo recuerdo: confiamos al soñador el cuidado de analizar sus propios sueños, al sujeto, de analizar su propios síntomas.
Lo que hubiera respondido a Onfray: usted dice que el psicoanálisis se aplica solamente «al caso»  de  Freud, y que su teoría no es mas que una generalización abusiva. Pues, yo lo encontré en mí, el Edipo y la castración, profundamente reprimida. Hubiera respondido la misma cosa que usted, antes de analizarme: yo, ¿desear sexualmente a mi madre? ¡Jamás en la vida! Pues entonces haga la experiencia, y encontrará en usted mismo el complejo de Edipo y la castración. Porque, después de mi, lo que escucho en el diván, eso no habla sino de eso.
  Si no fuera para descubrir lo inconsciente, no valdría la pena hacer un psicoanálisis.
Eso parece escandalizarlo, que el Edipo, eso sea el deseo sexual por la madre; que eso no sea sino la desviación de un caso particular, el hombre Freud; cálmese, en un foro de psicoanálisis, no logro hacerles entender que la castración y el falo femenino están entre los fundamentos de lo que se encuentra en el inconsciente. Usted no es el único en no darse cuenta, usted forma parte de la mayoría.
Usted dice que el psicoanálisis no es científico  (Mijola,  y el otro,  al respecto,
Anne Millet,  no modula palabra!):  pero la ciencia es eso,  es volver al laboratorio, es decir al diván para volver a discutir lo que hay en los libros, Freud o no, rehacer la experiencia, sí. Es lo que pedía Freud: No pedía que repitiéramos sus tesis como un catecismo. Mientras debatamos solo libros, estamos en un debate entre filósofos o entre religiosos.  
Es en lo que el profesor belga, Jacques Van Rillaer, era fuerte: había hecho la experiencia, había creído en el psicoanálisis, y había comprobado luego en una investigación científica que las personas ¡estaban mejor luego de una TCC! ¿Por qué no habríamos de creerle? Puede no haber encontrado el Edipo en su análisis, está en su derecho. Y otros pueden entonces no dar fe alguna al falo femenino, a la ¡ausencia de representación de la feminidad en lo inconsciente! Está bien a cada uno su creencia. Pero podemos escuchar al menos a quienes en el diván, ¡han encontrado eso! Y también ellos, y ellas ¡merecen ser escuchados! Eso, eso viene directo del laboratorio. Es ahí donde el psicoanálisis es fuerte: no es una ciencia (no una de la universalidad), pero es una ciencia (cada uno contribuye a forjarla en el laboratorio del diván).
La matemática entró en el siglo XX admitiendo la paradoja, es ahí ¡donde es fuerte!
Y luego, habría respondido: la palabra maestra de la tarde era: ¿Eso cura o no?  Es sobre lo que insisten los libros negros, Onfray y también el periodista: es lo que interesa al buen pueblo que, si se  quiere curar, tiene en efecto que dirigirse hacia las TCC y otras EMDR: tengo una amiga que las practica, obtiene resultados formidables en unas cuantas sesiones. Insisto, es una amiga y encuentro que tiene razón en hacer lo que hace. Le digo simplemente, lo que digo por todas partes y que hubiera dicho a estas personas: pero, el psicoanálisis no es la medicina, entonces no cura porque no se ataca enfermedades y allí, no hay pacientes porque no son enfermos. Salirse de ahí diciendo, sin convicción…  si,  eso cura,  a veces,  pequeñas neurosis, es burlarse del mundo. Hay grandes angustias que el psicoanálisis alivia (incluyendo en ello lo que se llama psicosis grave, autismo…)...  Eso no quiere decir que eso cure.
Pero mientras los analistas continúen hablando a sus pacientes, de la curación, de las enfermedades, de las categorías, neurosis, psicosis y perversión, y me quedo corto, evidentemente no podrán impedir que el buen pueblo crea que se trata de medicina. Muy simplemente porque empleando estos términos, muestras que no han franqueado ellos mismos, el paso, muestran que no han logrado la ruptura epistemológica del Psicoanálisis.
Había un argumento fundamental en la boca de los TCC y sobretodo en Jacques Van Rillaer quien había sido analista: la  doxa  dice que  cuando un síntoma es curado así, por la sugestión, el comportamiento o todo lo que se quiera, forzosamente reaparece. Y ellos dicen: ¡pero no eso no reaparece!  Es mucho mejor que eso: hay muchos otros síntomas que desaparecen, ¡eso va de mejor en mejor!
¿Y por qué no les creeríamos? Yo les creo. Mi compañera que practica la EMDR me dice la misma cosa, también le creo. Es perfecto: Eso deja la elección a las gentes.
Freud, ¿mintió sobre sus  «casos»?  Es posible; pero sobre él, no (en la interpretación de los sueños, en el análisis de los actos fallidos que le concernían). No lo sospecho tampoco de Jacques  Van  Rillaer el mentir sobre él ni sus convicciones adquiridas a través de una experiencia.
Es toda la diferencia entre hablar de «caso» y hablar de sí.
Pero, si, Freud mintió también sobre él haciendo pasar ciertos análisis de él mismo por análisis de  «   casos » y diciendo, también que Anna O fue curada de todos sus síntomas.
Error que hay que reconocer. Cuando se le balancea eso a Alain de Mijola, no puede más que responder con una mímica desolada, mostrando que no puede sino admitir… y que no tiene argumento.
Entonces, él hubiera podido responder esto:  cuando  Michel  Onfray  dice que  Freud  se  presenta como alguien que cita raramente, que se afirma como un gran descubridor y como si no hubiera persona antes que él, es él, Michel Onfray,  quien  miente.  Basta con leer el primer capítulo de La interpretación de los sueños,  de  Freud,  consagrado a un número considerable de obras escritas sobre los sueños y de las que él examina las tesis paso a paso. 
Hubiera podido también responder esto: la elección por el psicoanálisis, es otra cosa. Es hacer la elección de buscar quién es uno, qué fin tiene en la vida, que camino elegir, que es lo que uno desea, a quien amo, por qué, etc.: nada que ver con la medicina, nada que ver con la enfermedad, nada que ver con la curación. Entonces, si permanecemos sobre el terreno de la medicina, estamos jodidos de antemano. Incluso si uno se refugia en el vocablo «terapia»: escribí de esta forma una larga respuesta a Olivier  Grignon  quien hizo un artilugio defendiendo al analista como terapeuta y refutando la ruptura epistemológica (en el sitio del círculo freudiano).  El psicoanálisis, es advenir sujeto. Es un poco más exaltante que pelearse como traperas alrededor de la curación.  Y  el sujeto es conflictivo. No es simplemente que alguien tenga un pequeño problema llamado "síntoma" del que quiere desembarazarse: ese  síntoma es el testigo viviente del conflicto y erradicarlo, que reaparezca o no, es erradicar  una parte del sujeto.
Por cierto, cuando Freud se ocupó de Anna O, no estaba ahí su elaboración. Estaba aún en el marco de la medicina. Es después de haber admitido los fracasos terapéuticos en el Más-allá del principio del Placer,  es decir  relativamente  tarde  (1920)  que hubiera podido formular lo que digo allí.  Pero hubiera faltado aún escuchar el pasaje que Lacan y muchas de las elaboraciones que llegan a hacer del psicoanálisis una disciplina radicalmente independiente del campo de la medicina. Se lo ha visto, nuestros analistas televisuales, no han llegado aún allí.
Además, resulta que eso alivia, el psicoanálisis. Sí, obtuve resultados también yo, no siempre, no todo el tiempo. Pero he obtenido siempre y todo el tiempo, este resultado: las personas se conocen mejor; saben mejor dirigirse en la vida sabiendo que ellos no pueden, justamente, arreglarlo todo. Esto no es una curación, A mi juicio, es mil veces mejor aún: a veces, eso alivia mucho mas que el síntoma por el cual las gentes han venido, incluso si eso alivia…ino todo!
Si no engañamos a las personas sobre el mercado, las personas pueden elegir: a condición que sepamos explicarles ¡qué es el psicoanálisis!
Richard Abibon
mercredi 21 avril 2010


Richard ABIBON
psychanalyste
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Tour Panorama 2304
( 01 45 75 15 22
75 015 PARIS

abibonrichard@wanadoo.fr
http://perso.wanadoo.fr/topologie/
 
 
Datos de traducción:

fuente: pagina personal del autor

traductora: margarita mosquera zapata
oficio: psicoanalista
email: di1version@gmail.com

consultorio: celular: +57+ 3168255369
ciudad y país: medellín, Colombia

fotografia: Richard Abibon  
 
NOTAS
TCC: terapia cognoscitiva comportamental
EMDR: integración neuroemocional por los movimientos oculares.
podcast sur france culture