jueves, 7 de febrero de 2013

MUTILACIÓN SEXUAL DEL PSICOANÁLISIS







Michel Hervé Navoiseau-Bertaux



PSICOANÁLISIS DE LAS MUTILACIONES SEXUALES,
MUTILACIÓN SEXUAL DEL PSICOANÁLISIS,

(Freud entre Sófocles, Abraham y Alice Miller)




                                                                 “… no solamente no nos pertenece el cuerpo del niño,
                                                                                  sino que su sexo, mucho menos.” Françoise Dolto[1] 

Introducción


            Los dos grandes descubrimientos de Freud: la sexualidad infantil y el mecanismo de lo inconsciente, son corolarios uno del otro, dado que lo inconsciente se desprende de la represión de la primera. Ahora bien, las mutilaciones sexuales son la cima de esta represión. El psicoanálisis debería entonces aportar un saber esencial para comprenderlas y condenarlas. Ellas son, a pesar de ello, un verdadero desafío para el psicoanálisis. En efecto, el traumatismo de su propia circuncisión, provocó muchos errores clínicos y teóricos de Freud. Las mutilaciones sexuales ilustran, muy particularmente, la demostración de Alice Miller del traumatismo como un factor mayor de psicopatología.


I. El cuatro clínico: 

psicoanálisis de las mutilaciones sexuales


1) Introducción: la represión de la auto-sexualidad por las amenazas de castración.

            La represión de la sexualidad infantil: la auto-sexualidad, es practicada bajo una u otra forma, en todas las sociedades humanas, en diversos grados, para dominar a la juventud y evitar el incesto. Acaeciendo antes de los celos hacia el padre del mismo sexo, esta represión es la causa primera de la represión inconsciente y, en consecuencia, del fracaso del complejo de Edipo. Freud la llama “el complejo nuclear de las neurosis”[2]. Ahora bien, la represión es tanto más intensa en cuanto la coacción parental se acompaña de violencia o de amenazas de violencias, y la clínica psicoanalítica regularmente constata los daños provocados por la violencia erigida en sistema de educación. Sobre todo si esta violencia, ejercida a nombre de la tradicional mentira: “Es por tu bien.”, concierne al sexo. La violencia es y ha sido, durante generaciones, la base de los sistemas educativos de la humanidad, tanto que las psiconeurosis son entre las enfermedades, las más corrientes. Quedando en la cima de esta violencia, las mutilaciones sexuales deben ser condenadas por todos los que quieren evitar convertir al niño en neurótico, perverso o psicótico. Freud fue uno de los primeros en la historia, en condenar las mutilaciones sexuales:

“... los niños pequeños escuchan decir que a los niños Judíos les han cortado algo en el pene” –un pedazo del pene, piensan ellos– lo que les da derecho para despreciar a los Judíos.”[3]

“... la angustia de castración es uno de los motores más frecuentes y fuertes de la represión y por lo mismo, de la formación de neurosis. Los análisis de casos en los que no fue la castración sino la circuncisión, la que fue practicada en los niños como terapia o como castigo al onanismo (lo que no fue [4]

Combatiendo un tabú, se pone los guantes. Su condenación es indirecta, parece no apuntar sino ¡a los anglo-sajones! Su afirmación de que la circuncisión es una amenaza de castración no será sino discretamente sugerida en una nota al pie de página, en una obra póstuma[5], escrita en el exilio en Londres después de la subida del nazismo. Ni siquiera dice que la circuncisión es una castración comprobada, la del órgano masculino de la auto-sexualidad. Al establecer un paralelo entre la circuncisión y los efectos clínicos devastadores de las amenazas verbales de castración, prevalecientes en la sociedad cristiana europea, escribe:

“(1)… Una muy antigua costumbre, la circuncisión, otro sustituto simbólico de la castración, ‘no puede ser considerada sino como la sumisión a la voluntad paterna...”,

Puesto que toda la familia y no el niño, se somete no al padre sino al abuelo y al grupo societal tiránico, esta inexactitud da testimonio del profundo traumatismo de Freud debido a su propia circuncisión. Alice Miller afirma que el traumatismo provoca la parálisis, parcial en este caso, del pensamiento. ¡En efecto! Una amenaza de castración, sea verbal o física, tiene un efecto particularmente traumatizante cuando es ejercida por la colectividad, es una herramienta muy eficaz para someter, a través del terror, el niño y el adulto. Las mutilaciones sexuales son una castración parcial y una amenaza de castración total. E incluso en las culturas que no practican la excisión, la circuncisión es indirectamente, una amenaza de excisión para las niñas y entonces, una gran causa de daño psicológico también para ellas.

2) Testimonios psicoanalíticos

            No podemos citar en este breve balance, los pensamientos sobre las mutilaciones sexuales de Bettelheim, Groddeck, Roheim, Lewinter, Dolto, Leboyer, Kristeva, Miller, Nathan, Tractenberg y tantos otros. Reunirlos con los de Freud casi constituiría una teoría psicoanalítica de las mutilaciones sexuales.
            No obstante, el inventor de la sexualidad infantil predicaba sobre todo para los otros; sus creencias en materia de biología sexual, dan testimonio de la ignorancia común en los circuncisos:

“En efecto, en suma el hombre no tiene sino una zona sexual predominante, un órgano sexual, mientras que la mujer posee dos: la vagina –propiamente femenina– y el clítoris, análogo al miembro masculino”[6]


¡Como si el prepucio no existiera en absoluta simetría funcional con el clítoris! Quien no tiene prepucio no puede adivinar su valor de segundo órgano sexual del hombre, una práctica mini vagina de bolsillo. Por otra parte, es siempre con el mismo desprecio de los órganos de la auto-sexualidad, el tabú de los tabúes, que Freud escribe:

“… el prototipo del órgano inferior, es el pequeño pene real de la mujer, el clítoris.”[7]


            En un capítulo autobiográfico en que no habla ni una sola vez de circuncisión, pero que abunda en referencias inconscientes respecto de la misma, el psiquiatra Claude Olievenstein nos provee también, un magnífico ejemplo.

“La parano de los adultos comienza, me parece, muy temprano en su infancia, muy cerca de la salida del útero materno.”[8]


– ¡ocho días más tarde, efectivamente!


II – Práctica y teoría: mutilación sexual del psicoanálisis


1) Práctica

            Freud cometió un grave error en el análisis de su paciente más famoso: el Hombre-Lobo. El día en que el muchacho jugó con su pene delante de su amada nodriza, ésta lo regañó; “A los niños que hacen eso, se les hace una herida en ese lugar.” Se trata de una predicción malévola. Formulada en tono severo, es una amenaza de pérdida del amor, y de exclusión. Pero Freud lo interpreta como una amenaza de castración. Esta proyección del propio traumatismo de la circuncisión de Freud tuvo una incidencia negativa en el análisis del paciente.

2) Teorías etnológicas

            En sus dos teorías antropológicas complementarias sobre la circuncisión, fechadas de 1916 y 1936, Freud se muestra torpe y tímido.
            Su teoría de 1916, reafirmada en 1933, es apologética de la circuncisión: él la presenta como un progreso con relación a la castración, sin prueba de que la castración existiera antes:

“No me parece dudoso que la circuncisión…. Es un equivalente de la castración y que viene a ‘relevarla.”[9]


            Es muy probable que en la antigüedad, la circuncisión, la castración y los sacrificios humanos existieran, junto o separadamente, según las sociedades. Sólo la desaparición de uno o del conjunto de estos actos de barbarie, constituye un progreso.

            Ocurre lo mismo en su teoría de 1936:

“... cualquiera que adoptara éste símbolo, ponía de manifiesto que estaba dispuesto a someterse a la voluntad del padre...”[10]


Freud oculta la atroz sumisión forzada por una tortura mutiladora detrás de la idea insensata de una sumisión voluntariamente aceptada, que no puede concernir sino a la relación entre el padre y el abuelo. Se debilita la condenación de 1909.
            Por fin, una teoría psico-sociológica de las mutilaciones sexuales infantiles en los primitivos de sociedades polígamas y que Freud hubiera debido formular, es la de la prevención del incesto con los dos padres, a través de la amenaza de castración  (muchachos) o de muerte (muchachos y chicas).

3) La desnaturalización del Edipo de Sófocles

            El principal prejuicio cultural provocado por la circuncisión en la teoría freudiana, reside en una teoría del complejo de Edipo que deforma el Edipo de Sófocles. Roheim fue el primero en señalar el hecho de que los rituales de separación primitivos son una tentativa de evitar la confrontación del individuo con el complejo de Edipo:

“.. la superabundancia de rituales que tratan este tema (la oralidad) es un camuflaje del complejo de Edipo.”[11]


Ahora bien, Freud interpreta la ceguera de Edipo como una castración:

“La castración, y la ceguera que se sustituye a ésta, son el castigo...”[12]


Es erróneo; el castigo de Edipo fue el haber sido prometido a la muerte por abandono en la naturaleza. La ceguera fue un auto-castigo ejercido no por el padre sino por Edipo mismo. Simboliza (un ojo para papá, un ojo para mamá) su ignorancia cuando mató a su padre y desposó a su madre, y no una auto-castración. El hecho de que Freud haya transformado esta metáfora en un asunto de castración es el colmo de… su propia ceguera, resultante de la angustia de castración de un circunciso. De este modo Freud desnaturalizó el Edipo de Sófocles a causa de su propio traumatismo de la circuncisión.
            La consecuencia de este prejuicio cultural es un grave error teórico que falsea la teoría y la práctica psicoanalítica: Freud substituye a los fantasmas corrientes de castración, el concepto de un “complejo de castración” inexistente, que él vincula estrechamente con el complejo de Edipo. La circuncisión siendo desconocida en Grecia, Sófocles, mucho tiempo antes que Freud, nos habla de lo inconsciente refiriéndose a la amenaza de muerte, lo que es el fantasma inconsciente corriente, y ciertamente no la castración. Freud proyectó en el mito helénico la idea muy judaica de un castigo a través de la castración.
            Para quienes no hayan sido traumatizados por una mutilación sexual en la edad de los impulsos sexuales hacia el padre del mismo sexo y de los celos hacia el otro padre, la amenaza imaginada por el niño, frente a la pareja parental, no es de castración sino de muerte. Freud formuló justamente esto para las niñas pero no para los muchachos.
            En las culturas que practican la circuncisión, el complejo de Edipo (momento de la integración en la sociedad) corre un gran riesgo de ser falseado. Una amenaza real de castración viene a sustituir el terror imaginario de la muerte que resulta del deseo inconsciente de matar al padre del mismo sexo. Pero la buena resolución del Edipo no puede resultar de una acometida (o de una amenaza de acometida) física perpetrada por el prójimo. Por el contrario la valoración positiva o negativa, de cualquier parte del cuerpo realizada por una violencia real o verbal del grupo social, constituye una inaceptable injerencia en el desarrollo del individuo y de la vida familiar, fuente de psicopatología de masa.
            Los circuncisos, o los que han sufrido amenazas de castración, pueden encontrar una escapatoria, creer en una atenuación en su favor de la Ley universal. Nada como una circuncisión o una amenaza de castración para pervertir a un niño. Dudar de los actos de sus genitores le es difícil. Es naturalmente conducido a jactarse, con una gran riqueza de argumentos, de sus beneficios como de sus fechorías, incluidas aquellas contra sí mismo. Convertido en adulto, aquello que parece que siempre ha existido también le parece natural, y lo reproducirá.
            Además, el circunciso corre el riesgo de hacer de su enfermedad un pretexto irrisible. Una castración parcial le aporta el alivio de un signo de “identificación” poniéndolo no solamente por encima de las mujeres y de los niños sino también por encima del común de los mortales. Como si fuera suficiente una mutilación para ¡dejar (o no dejar) la infancia! No es tanto que los otros hombres, los “extranjeros”, son íntimamente considerados como excluidos, despreciables, sucios e intocables so pena de contaminación (sería impensable casarlos con su hija o su hermana), es sobre todo que la circuncisión marca la pertenencia a una comunidad violenta – y entonces supuesta poderosa. Pretendidamente tranquiliza más que los documentos de identidad, de este modo un signo particular se convierte en paradigma del narcisismo de grupos que se excluyen de la comunidad universal así discriminada. Ese rasgo de identificación ubica definitivamente a sus detentores, en una casta: la de los “elegidos”, que puede creer que todo le es permitido (excisión, matrimonio forzado, lapidación… etc.) o que todo le es debido (la “tierra prometida”). Es entonces una técnica perversa de alistamiento del individuo, perpetrada por una acción violenta sobre lo inconsciente y las potentes motivaciones del mundo de los afectos. Técnica que refuerza la división del mundo en grupos rivales librándose a guerras sin ahorro de esfuerzos.


Conclusión


            La circastración es el grillete del psicoanálisis que prohíbe a los mensajes de Freud y de Roheim, ser escuchados. Roheim mismo no pudo sacar la consecuencia de su magistral observación sobre las mutilaciones sexuales como susceptibles de causar el fracaso del Edipo, a saber: que la “castración” (de la mujer) no es un concepto que funcione. El psicoanálisis aporta no obstante una etiología, una prevención y un tratamiento de las enfermedades mentales. Permite estigmatizar las mutilaciones sexuales como la expresión de la pulsión de dominación a través de los fantasmas sádicos y de pedofobias. Esta pulsión es fuertemente reforzada por la denegación de la realidad de la pérdida y entonces del crimen. A condición que sus fallas, debidas precisamente a la mutilación sexual de su fundador, sean superadas, lo que supone una restauración profunda; el psicoanálisis aporta a la humanidad, mucho más que las barreras de la ética o de la ley para combatir las mutilaciones sexuales: primero un método de decodificación de lo inconsciente que permite reencontrar, en cada caso individual, el encadenamiento previo a la curación, de las circunstancias del traumatismo, en segundo lugar, la dinámica de una ética que concierne a la vez al desarrollo del niño y a la socio-política. La barbarie de las excisiones femenina y masculina emana de un desorden moral contagioso que empuja a los individuos e incluso a los pueblos no circuncisos, hacia el “orden moral”. Debe ser suprimida cuanto antes.


Artículos conexos:

- Mutilaciones sexuales y orden moral @ acacemia.edu (y, proximamente, en analizartei)
- Circumcision, a dangerous collective madness @ academia.edu (y,proximamente, en analizarte)


Sigismond (Michel Hervé Navoiseau-Bertaux) – oldsigismund@hotmail.com
Investigador independiente en psicoanálisis, antiguo alumno del Departamento de psicoanálisis de la Universidad de Paris VIII, autor de “Las mutilaciones sexuales masculinas y femeninas, el mayor crimen contra la humanidad”, disponible de modo gratuito en academia.edu.


Este texto fue objeto de una conferencia dada el 4 de septiembre de 2008 en la universidad de Keele (RU), en el 10  simposio internacional de NOCIRC, organizado con NORM-UK y la Facultad de derecho de la universidad.
Está publicado en el sitio del Instituto europeo de psicoanálisis y trabajo social: psychassoc.com

Este texto ha sido traducido al español, por margarita mosquera zapata, psicoanalista, http://analiz-arte.blogspot.com/


[1] Los juegos sexuales de sus niños. Entrevista de Pierre Bénichou. Planning familial, octubre 1969 (3), 9.
[2] El hombre de las ratas. 1909. Paris: PUF; 1998. O.C., IX, 179, n., 2ª Ed.
[3]El pequeño Hans. 1909. Paris: PUF; 1993. O.C., X, p. 31, n. 1.
[4] Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. 1933. XIX. Paris: PUF; 1995. O.C., XIX: 170.
[5] Compendio del psicoanálisis. 1938. Paris : PUF ; 1978. 60-62
[6] Sobre la sexualidad femenina. 1931. Paris: PUF; 1995. O.C. XIX. 12, 2ª Ed.
[7] El fetichismo. 1927. p. 131.
[8] El hombre parano. Paris: Odile Jacob; 1992. p. 43.
[9]Lecciones de introducción al psicoanálisis. 1916-17. Paris: PUF; 2000. O.C., XIV, p. 170.
[10] El hombre Moisés y el monoteísmo. Paris: Gallimard; 1986. 223-24.
[11] Psicoanálisis y antropología. 1950. Paris: Gallimard; 1967. 192-93.
[12] Tótem y tabú. 1912. Paris: PUF; 1998. O.C., XI. 347.



Margarita MOSQUERA ZAPATA

Psicoanalista
Tel: 2817046 // 3168255369
Itagüí, Antioquia, Colombia
http://analiz-arte.blogspot.com/
http://topsylac.blogspot.com/

http://psy-hospital.blogspot.com/

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