LOS PSICOANALISTAS EN EL DIVAN
Si supieran...
pero no lo saben...
ni quieren saberlo...
tienen miedo de encontrar lo peor...
y por no atravesar tal miedo...
se pierden de lo mejor:
ellos mismos...
Si supieran lo que se escucha en
los divanes de los psicoanalistas, la música sagrada de lo inconsciente, la del
sujeto constituyéndose en el acto de la palabra, entonces, estarían todos,
metidos en estos espacios propios para las profundidades del saber sobre lo
humano en nosotros.
Es música sagrada, aquella que el sujeto
humano ha ido creando al filo de los siglos, componiendo para constituirse como
sujeto causado por su objeto, como sujeto deseante; la partitura de lo
inconsciente cuyas notas no son otras que lalengua.
El niño pasa primero por lo arcaico, lo
más arcaico, la filogenia manifestándose en la ontogenia, de ahí surgen mitos y
leyendas, tema que trabaja el psicoanalista Jean Baptista Beaufils en su teoría
del Cartucho vía los etnólogos, filósofos y educadores que han incursionado en
el trabajo con la más pequeña infancia y la problemática de ésta, en este punto
tendríamos también a las señoras psicoanalistas Melanie Klein, Françoise Doltó
y al Sr Winnicott entre los más conocidos porque sus producciones han logrado
llegar hasta nosotros.
Luego, el niño pasa por toda una serie de
operaciones que bien podrían describirse como musicales, es un músico ahí
afinando su instrumento, poniéndose cada vez más o menos cómodo en su arte de
vivir. Es entonces cuando va creando al constituirse como sujeto, su objeto
causa del deseo; confundiéndose con el padre a veces, con la madre en
otras ocasiones, sintiendo la incomodidad que genera lo inconsciente en su
insistencia en hacerse saber, inconsciente que insiste como de algún modo
diciendo, como buen director de orquesta que es: la cosa no marcha aún, es
preciso que la melodía sea más armónica. Y el músico entonces, ha de
ponerse obligatoriamente, a la tarea de afinar instrumento (la palabra) y
partitura (significantes).
Pasa por los objetos articulados por Lacan
en el grafo del deseo, ¡tal cual...! Doy testimonio de ello tanto más en cuanto
mi tarea es trabajar en la teoría, creyendo no haberla elaborado lo suficiente
y, no obstante, lo que escucho es Lacan en cualquiera que ocupe mi diván. Pasa
el sujeto, reconstruyendo la historia de su infancia, por tales objetos (oral,
anal, fálico, genital, mirada, voz) a la vez que por sus renuncias y
sustituciones, para llegar un día a identificarse con el padre en la elección
del objeto de deseo y enseguida, afirmarse como sujeto haciendo su metáfora
paterna, DM/DP, deseo de la madre sustituido por deseo del padre, y
DP/DSbarrado, deseo del padre sustituido por el deseo del sujeto, ahora
barrado. Sujeto dividido.
Como una planta emerge el ser humano de la
tierra madre, asiéndose de sus propios frutos como producto, y expresándose en
ellos constituido. El humano, por fuera de la naturaleza, es determinado
por lo inconsciente representante de ésta, por la lógica y movimiento de lo
inconsciente que es la tierra madre pariendo a su hijo a cada instante, que es
el padre mismo exigiendo rigurosamente del hijo dar su mejor fruto para luego,
al ser recibido por el nido de la "cultura", nido al que el
sujeto dividido se articula por la palabra donándole sus productos y de este
modo, interviniendo en ésta, preservar la vida. El sujeto se ase entonces de su
propio nombre, de la construcción de sí mismo, del haberse parido a sí mismo.
El humano por fuera de la naturaleza se
articula a la cultura a través de sus productos, sus creaciones con las que
haciendo lazo social, irrumpe interviniendo y recreándola.
Estos son los humanos de los divanes de
los psicoanalistas. Estos son los humanos creados por lo inconsciente, bajo el
rigor de la ética del deseo, deseo que es del orden de lo real, ética que es
del orden de lo simbólico.
No es fácil no obstante, asumir un trabajo
como éste, se requiere de valor y de sensibilidad artística. Se requiere de
amar tanto la vida como para oponerse al modo como políticas, ideologías y
creencias pretenden "transmitirla".
Se requiere asumirse como mortal y querer
que al partir definitivamente, las cosas sean un poco distintas de cómo se las
encontró, que los hijos tengan un mundo más humano y habitable.
Se requiere haberse dado cuenta que la
guerra no es contra los otros, sino que la primera batalla está ganada, al dar
el paso de asumir el trabajo analítico como un regalo que uno se da a sí mismo,
porque no se encuentra otra salida que su entrada.
Entrada en lo inconsciente propio, en las
manifestaciones de esa estructura lenguajera que a cada instante nos dice, nos
guía en el camino, aun cuando no queramos escucharlo.
En su asirse de su propia hechura.
Los espero pronto,