sábado, 24 de abril de 2010

El síntoma primordial: la repetición de una defensa contra el saber.

El síntoma primordial: la repetición de una defensa contra el saber.

Buenos días queridos lectores, me acompaño de ustedes para bordear, aclarar quizá, articular lógicas  que el ser humano ha trabajado desde sus propios y humanos momentos en siglos, acaso sin saberlo aunque no obstante sean obvias. Espero que esta escritura nos sirva a todos, a mi al escribirla, en tanto que sujeto y a ustedes al producirla quizá, allá en sus adentros, como trabajo inherente y propio de lo humano.

Vivimos preguntándonos por nuestros orígenes, de dónde venimos y hacia donde nos dirigimos, pregunta ésta que tiene tantos sentidos como quizá la rosa de los vientos en puntos cardinales. Algunos la toman vía las estrellas, otros vía la tierra y su evolución, otros acercándose un poco más a nuestros adentros vía la biología donde descubren el cigoto, las xx y las xy de la genética que nos donan nuestros padres como material para la vida, y otros, los que menos quizá, en menos número aunque ya somos bastantes, nos vamos más hacia nuestros adentros y nos preguntamos por los momentos en que supimos de nosotros mismos, por los momentos que nos constituyen como sujetos, humanos, mujeres, hombres, fundamentalmente.
Cómo nos supimos niñas, o niños? y por qué?.

Resulta que el conocimiento humano, el de nuestros adentros, del que surge realmente en nosotros, ese saber no sabido aunque no obstante allí presente, emerge en nuestra relación con los otros como una operación matemática pero  que es hechura del lenguaje. Digamos que su esbozo, de esta operación, es matemática, y su dibujo es lenguajero. Digamos entonces que lo simbólico viene a nombrar lo real de un trabajo operatorio que insiste en hacerse saber, a menos que, se lo inscriba en la palabra y se lo articule al discurso de todos los días cuando cesa entonces en su repetición. Es lo que realmente entonces, en tanto que humanos, venimos siendo.

De esta operación lógica, todos tenemos un ejemplo, sencillo creo, el del espejo.... Experiencia que podemos nombrar luego que Jacques Lacan produjera su estadio del espejo, Recuérdese, un día, inmemorial...., inmemorial porque si no te dicen que edad tenías en tal o cual instante, quizá lo adivines pero... te cuesta un poco más de trabajo dado que aún no has contactado con el tiempo como convención humana para encontrarnos unos con otros, ni mucho menos como término de relación con la velocidad y el espacio, al estilo Einstein.

Nombrar a Einstein (1879-1955), nos dice de las fórmulas como la manera de escribir ese conocimiento que, aunque no sepamos que lo sabemos, ahí se encuentra, tanto es que, producto del trabajo (es decir del deseo articulado a la cultura) un día emerge..... a veces, hasta en un sueño incluso, o como un lapsus, o simplemente como el paso de más, dado por la danzarina o como el equivoco de la hilandera del que resulta un  nuevo diseño, o un poema... en el poeta!.

Digamos que de tal forma, ha querido el psicoanálisis, primero con Freud, luego con Lacan, y muchos otros con ellos, dibujar de algún modo, eso que nos acontece a todos y de lo que, casi no logramos darnos cuenta en la premura de la vida moderna y en nuestra esclavitud tras la que nos amparamos para olvidarnos de nosotros mismos.

¿Cómo sabernos entonces, si optamos por la apariencia, por lo que se ve, en lugar de por lo que se escucha y lo que podemos entonces producir? y ¿cómo ir más adelante en el saber sobre lo humano que nos atraviesa, y entonces sobre lo humano en general si  no avanzamos en las pequeñas cosas terrenas que hemos vivido en nuestros primeros instantes como humanos?.

Recuérdense pues, del instante en que en el espejo, descubren que esa imagen que el espejo les devuelve, es la suya propia y de ese instante que es cuando por primera vez, se nombran a si mismos yo.

Ese yo fundado ahí, en una imagen reflejada por el espejo, espejo al que Couteau decía que ojalá se detuviera un instante previo al envío que nos hace de nuestro reflejo y, frase a la que Lacan igualmente hace referencia diciendo de ese vacío ahí nombrado, al que también Freud en su tren de viajero descubre como un otro en el que por un segundo....! no se reconoce a sí mismo, diciendo ahí, en el instante, que la imagen que tenemos de nosotros mismos es bien distinta de aquella que el espejo nos devuelve, como si lo que el espejo nos regalara, no fuera sino un vestido más, con el que cubrimos nuestra pequeña nada.

Confrontados por este viaje a través de los espejos de todos los que aquí estamos reunidos por esta palabra que nos convoca a revivir ese instante asombrosamente humano, recordemos otro poco más aún.

Allí cuando, por primera vez, de la mano del adulto de nuestros sueños, ese que nos protege y en el que confiamos, resulta que, ante el espejo hay....: uno-dos, tres....!-cuatro!  Pero en el espacio físico donde te encuentras, que no es el imaginario ni el del más allá del espejo como Alicia, sólo vez... uno-dos....! Tú y ese otro que te sirve de muleta, de transporte,  para la emergencia de un saber que surge no se sabe de donde.. y que te constituye como sujeto en esa otra realidad que es la que se vive en tus adentros.

En la realidad de tus adentros entonces, en una operación lógica de segundos, sin que ningún lógico a eso de tu años y medio a tres años de edad, ni científico ni maestro te haya enseñado a operar lógicamente, descubres que uno de esos en el espejo has de ser tu mismo, pues, vez la imagen del adulto que, en adelante llamarás Otro con mayúscula (dado que es la representación misma de aquel o aquello en lo que supondrás saber para que emerja aquel que solo surge de ti mismo(a)), allí reflejada, duplicada, diríamos... aquí para explicarnos más claramente!

No puedes sino constatar, concluir, que la otra imagen en el espejo entonces, es tu propia imagen. Volteas a mirar al adulto, como preguntándole..... ¿si?,  y aunque el adulto no conoce tu pregunta si tu no la articulas en palabras, comienzas de hecho ya en el instante, a suponerle un saber que sólo está no obstante, en tí, reflejado en el espejo que ese adulto, igualmente representa.

¿Recuerdas ahora?. Recuerdas la alegría de encontrarte como un otro entre los otros, igual a esos otros que tanto admiras (en el mejor de los casos) o que tanto desprecias... por violentos, o... etc (hay varias alternativas), ¿y recuerdas tu pregunta quizá denotada en un simple gesto, por tu sexo?. esas primeras identificaciones en el espejo, con el compañerito de enfrente, te dirías, niña entre los elementos de un conjunto niñas, o niño entre los elementos de un conjunto niños, niñas y niños, conjuntos al que también por su parte, mamá y papá, también pertenecen, aunque adultos que fueron igualmente niñas, y niños.

Tratemos de dibujar un triangulo cuya una de sus puntas parte de ti, y la otra, del adulto de los acompaña, y una mas que confluye en la imagen reflejada de ambos en el espejo. Dibujemos ese triangulo así delineado, simplemente como dibujaba Einsten, su fórmula, como diciendo el recorrido del pensamiento para que llegaras a esa aserción lógica.

Es como en el juego de los discos en Lacan, aserto de una certidumbre anticipada, un nuevo sofisma, juéguenlo antes de leerlo...! otro día hablaremos de éste, si me lo recuerdan.

Hemos tratado de dibujar la operación lógica, la operación que como una matemática lenguajera se da entre nosotros, en el silencio de nuestros adentros y en la concentración del científico, constituyéndonos como lo que vamos siendo, allí en nuestros adentros: es decir, armándonos nuestra propia historia, nuestro propio cuento sobre nosotros mismos.

Vayamos ahora a otro momento de suma importancia, el de la diferencia sexual anatómica, allí cuando decides constituirte, como hembra, o como varón, sin que sea justamente, tu sexo, tu genética, quien específicamente lo decida aunque te de el material, sino tu psiquis....!

Como en espejo el igualmente, un día, descubres que los niños tienen bolas, mamoncillos, albóndigas, o como sea que hallas logrado bautizar los testículos, y te asustas quizá...! ¿por qué asusta eso tan raro que tienen otros.!, eso tan raro que tu no tienes, eso tan raro acompañado por los testículos, el pene y que conforman su falo? Asusta por lo extraño, asusta por tu confrontación con lo que no tienes, asusta la culpabilidad de haberlo quizá perdido.

En ese descubrir, hay miedo, hay culpa, hay angustia....! y de éstos nos defendemos con alguna fórmula igualmente: "que nadie sepa que yo se, que nadie sepa que no lo tengo, puedo quizá recibir una sanción si se enteran de mi descubrir", o, para los niños "que nadie me culpe de tal o cual deseo incestuoso, de querer la muerte de mi padre, de.... querer la muerte de mi hermano, de... etc. etc, porque me lo pueden cortar en castigo como a esas chiquillas tontas que no lo tienen" y es entonces cuando comenzamos a vestirnos como con ese yo del espejo, con esas mascaradas, con esos títulos que nos damos y en los que ocultamos a la, o al que realmente somos...!.

Esa ocultación, esta defensa, genera un modo de pensamiento. El razonamiento en adelante, estará operando obstaculizado por una defensa: "que el otro no sepa que..., yo sé de mi" y de ese modo, nos lo ocultamos incluso de nosotros mismos, pero... eso que se oculta y el modo como se lo oculta, aparece, insistente en la ocultación misma, y de manera repetitiva: es el síntoma.

En adelante, confrontados a lo que está o no está, vagina y pene, son falo. No podemos desear sino lo que no tenemos. El amor decía la maga de Mantinea, es de lo que no se tiene. Inicialmente solo existe el falo, es lo que se percibe. La vagina solo existirá más tarde, sobretodo para los niños, como una ausencia de falo, en esa ausencia de falo, es falo.

Solo al asumir el saber no sabido, es posible, y sea lo que sea y cual sea, posicionarse en el lugar que por derecho propio y deseo, nos corresponde: como mujeres, como hombres, según la elección de cada quien. Elección que viene aparejada de decisión. Elección y decisión propios de un momento dado, un momento de constitución del sujeto, del que nadie es culpable, pero sí, responsable.

De esta responsabilidad con nosotros mismos para con nosotros mismos y entonces para con la vida, y los otros, es de lo que se trata en el acto analítico.

Es cuestión de ética del deseo, liberarnos de cuanta defensa nos impida emerger tal cual realmente nos hemos constituido como sujetos humanos.

Solo en nuestra verdad propia inherente a lo humano, seremos libres.

en este escrito quería decirles de la importancia de este momento, en la vida de todos los días y del como nos compete a todos.

Quería contarles, que de este momento depende, nuestro razonamiento lógico, que de ahí depende el cómo nos ubiquemos en la vida, y de la creatividad que logremos disfrutar al inventar-nos.

Es el momento que hace aparecer el razonamiento lógico, es un salto de un modo de pensamiento, a otro en el que ya están implicadas las fórmulas lógicas que nuestros científicos nos enseñan. Y por lo tanto, si es de una operación de una lógica matemática lenguajera de lo que se trata en estos momentos constitutivos del sujeto, está implicada en ellos, todas las decisiones, descubrires, estudios, elaboraciones, creaciones que intentemos en la vida.

los invito entonces, a estudiar, a leer, a practicar, a analizarse de serles posible.... a saber de ustedes mismos y en la medida en que cada uno superemos nuestros pequeños obstáculos, en esa medida también, la humanidad podrá avanzar, pues podremos pasar a otros asuntos de igual o quizá mayor importancia aún, aunque no descubiertos por la parálisis que todo síntoma genera en el avance del ser humano. 

Sin descubrir estas pequeñas y grandes verdades, es imposible una posición femenina, o una masculina, sanas. es imposible entonces también, el amor y el encuentro con los otros en la armonía deseable del análisis de los desencuentros, justamente.

Cuando hablamos de diferenciación sexual, estamos hablando también, de castración y muerte. Hemos puesto por escrito entonces, los significantes primordiales, en la ruta humana: hombres, mujeres, hijos, padres, generaciones, amor, deseo, muerte.

Cuando hablamos de síntoma estamos diciendo de una repetición de una defensa (forclusión o preclusión, denegación, represión), repetición contra el saber, contra ese que diría "yo, la verdad habla", contra ese producto que promueve el psicoanálisis: "Allí donde ello era, yo he de advenir" en su distancia frente al "allí, donde ello era, yo advengo".  Síntoma que en verdad obstaculiza la vida, obstaculiza el juego propio de lo humano, entre PODER, AMAR, SABER.

Las preguntas que queden, sírvanse escribirlas a mi email, no les responderé quizá por esa vía, pero si por esta, tratando de articular para ustedes, las cosas que como humanos, nos ocupan, más profundamente.

Reciban, mis aprecios y elaboraciones, simplemente como seres humanos que estamos en este momento, tomados de las manos y mirándonos a los ojos, en un deseo infinito por descubrirnos tal cual realmente vamos siendo, con la idea que así, nuestros hijos y los que nos continuarán en el tiempo y el espacio, tengan un mejor ambiente, una calidad de vida superior incluso a la nuestra, pero también que nosotros podamos disfrutar en este planeta de nuestros hallazgos e inventos, por el tiempo que nos reste de vida.

de ustedes,
Margarita Mosquera Zapata,
Psicoanalista
+57+4+5277580 // +57+3168255369
Medellín, Colombia.

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