sábado, 24 de abril de 2010

a la violencia, no!. Hoy con Patrick Pouyaud

Patrick Pouyaud, es un psicoanalista francés, formador y consultante, proximo a la ECF, magister en psicología clínica y con su DEA (un posgrado superior a la maestría, en la educación francesa) en psicoanálisis, ha dedicado su tarea a estudiar desde el psicoanálisis todo lo que pueda ayudarnos a parar, es decir, frente a la violencia, decir no.
Estaremos entonces, traduciendo para nosotros, algunos de sus textos que, con toda seguridad, nos serán de mucha utilidad, en nuestras poblaciones.

he aquí el primero de estos.

Mas allá del Principio de violencia?
Patrick Pouyaud
Francia, 24 de abril,  miércoles 20h:33 (hora francesa)


Con el fin de abordar lo que es el principio de la violencia, conviene aún al tomar apoyo en la lectura de los textos freudianos, ir a los fundamentos metapsicológicos, del aparato pulsional. Ahorrar, es dejar abierta la puerta grande de las subjetividades, de las interpretaciones, de los recursos, es decir, también de ciertos callejones sin salida.

 La ruptura epistemológica del aparato psiquico freudiano, se inscribe en la reorganización pulsional que el periodo 1920 "Más allá del principio del placer" y su apuntalamiento "el yo y el ello" () y una retoma en los años 30: "Nuevas conferencias sobre el psicoanálisis"

Pulsión de vida - Pulsión de muerte: compulsión a la repetición. 

Freud instituye la oposición entre pulsiones de vida y de muerte. La pulsión de muerte es postulada a continuación de un cuestionar el principio del placer por la compulsión a la repetición. Parece existir en la vida psíquica una tendencia irresistible a la repetición que se afirma sin tener en cuenta el principio del placer poniéndose en cierto modo en su fundamento.

La tendencia a la repetición es una propiedad general de las pulsiones que empujan al organismo a reproducir, a reestablecer un estado anterior al cual hubo de renunciar. El cambio y el progreso serían debido a la acción de factores exteriores, perturbadores, que obligan a organismo a salir de esta inercia.

Pero siendo inorgánico el estado anterior a la vida, podemos decir que la pulsión tiende a llevar de nuevo al organismo hacia lo inorgánico, hacia lo inanimado como bien lo subrayo, Jean-Pieirre Journet; o incluso que el fin hacia el cual tiene toda vida, es la muerte.

Lo que  apriori podría ser una tautología, para resumir, es la muerte lo que nos hace vivir, confirmado (1972) por Lacan: "!La muerte es del dominio de la fé! .... ustedes tienen razón de creer que van a morir...! Es justamente...., lo que los hace vivir!"

Retorno a Freud: llegamos así a postular en las raíces de nuestra vida psiquica una pulsión de muerte. A ésta se opone una pulsión de vida (EROS) que tiene a organizar formas de sustancias vivientes cada vez más complejas y a mantenerlas tal cual.

 No obstante, ambas pulsiones de vida y de muerte, pueden encontrarse unidas en proporciones "variables" y estas variaciones modifican de forma considerable el comportamiento del sujeto.


 Variedad e entrecruzamiento (trieb)
Pulsiones de vida y de muerte, siempre entrecruzadas. Este entrecruzado tiende a la acción propia de EROS que siempre procura reunir, atar. Este "entrecruzado" pulsional no depende de esencia alguna en sí misma como si la partida estuviera de modo ineluctable, jugada, cuajada, fijada de antemano. Tanto psicoanalistas como no psicoanalistas piensan en esto, y concuerdan en ello: en lo que es dañino, en lo que es deseable. El acento -a justo título- está puesto en el entrecruzamiento de la pulsión de vida y la pulsión de muerte como fundamento en nosotros de una pulsión de violencia.

 Ahora bien, Freud evoca en paralelo lo que indica como "variabilidad" de la pulsión. En suma, vuelve a poner en evidencia lo que llama "la desmezcla" pulsional, una división en cierto modo, a partir de la cual, el sujeto parecería poder deshacerse de sus tendencias mortíferas para investir en el campo de lo vital.

 Permanece pues en el sujeto, una desmezcla de las pulsiones, lo que acredita otra vez la tesis que el aparato pulsional freudiano, no es de un bloque, o más precisamente, una trenza que amarra dos cuerdas entre sí, en una sola.
La ambivalencia pulsional.
Cuando hay desmezcla pulsional aparece la ambvivalencia amor/odio, lo que Lacan puntúa con el neologísmo de "hainamoration" (odioenamoramiento).

En última instancia, podemos decir que dos concepciones existen. En la primera concepción pulsional, la vida tiene su origen en el interior del organismo y la pulsión está de algún modo, a su servicio. En la segunda, la vida tiene su origen en un accidente exterior al organismo y las pulsiones tienden por el contrario a llevar a este organismo hacia lo inorgánico anterior a la vida.

 La muerte según FREUD, sería el resultado propiamenet dicho y el fin (objetivo) de la vida. No es la muerte lo que es un accidente, es la vida.

Pulsiones de vida, EROS.
Gran categoría de pulsiones que Freud opone a las pulsiones de muerte. Tienden a construir unidades siempre más grandes y mantenerlas. Las pulsiones de vida,  que también son designadas con el término EROS, recubren no sólo los deseos sexuales propiamente dichos, sino incluso las pulsiones de autoconservación.

Tienen no sólo a conservar unidades vitales ya existentes, sino a constituir a partir de éstas, unidades más englobantes.

Esta tendencia se encuentra una y otra vez en el organismo individual como procurando mantener su unidad y su existencia (pulsiones de auto-conservación, libido narcisista).

El principio subyacente a las pulsiones de vida es, un principio de enlace.

El objetivo de Eros, el fin (nt. elemento de la pulsión, leer) es establecer siempre, unidades mas grandes, entonces, conservar: es el enlace. El fin de la otra pulsión, por el contrario, es quebrantar las relaciones, por lo tanto, destruir las cosas. Es de agregar de Freud:

"Las pulsiones no siempre están de acuerdo entre sí y esto termina, la mayoría de las veces, en un conflicto de intereses".

Pulsión de muerte, tánatos.
 De la misma manera que hemos efectuado un tratamiento de la pulsión de vida (EROS), la categoría fundamental de pulsión que se opone a la pulsiones de vida y que tienden a la reducción completa de las tensiones, es decir a llevar al ser vivo al estado de lo anorgánico, son las pulsiones de muerte. Volcadas primero hacia el interior y tendiendo a la auto-destrucción, accesoriamente estarían dirigidas hacia el exterior, se manifiestan entonces, bajo la forma de la pulsión de agresión o de destrucción (las pulsiones de muerte, volcadas hacia el exterior.  el fin de la pulsión de agresión es la destrucción del objeto).

Pulsión de influencia.
Pulsión cuyo fin es dominar el objeto por la fuerza, y más precisamente, por la violencia, porque violencia y fuerza son distintas en su propia concepción y no se expresa de ninguna manera de la misma forma. La fuerza de la espada se opone a la fuerza del espíritu. En todos los casos, se distingue esto.
Se trata por la violencia, entonces, no solo de dominar al objeto sino también al sujeto, de mantenarlo bajo la influencia de la violencia.

El deseo mimético: el aporte de René Girard.
Sin duda alguna, las intenciones de René Girard, sobre el deseo mimético nos ayuda en mucho a comprender esta disposición natural del hombre a la malevolencia.

 René Girard constata lo que sigue:
 "No hay nada o casi nada, en los comportamientos humanos, que no sea aprendido, y todo aprendizaje se reduce a la imitación.

Esta imitación de un hombre a otro hombre, es esencialmente un principio de oposición y de adversidad, de rivalidad y de conflicto.

Por que lo que está en juego en los comportamientos miméticos de los hombres, es la apropiación de un objeto que, porque es ansiado al mismo tiempo por dos individuos, se hace causa de rivalidad.

"Si un individuo, precisa René Girard, ve a uno de sus congéneres tender la mano hacia un objeto, intenta en seguida imitar su gesto." Es esta rivalidad mimética, la que apuesta a la apropiación del mismo objeto, la que está el principio de los conflictos entre los hombres.

Cuando los individuos rivalizan por la apropiación del mismo objeto, éste se hace tanto más deseable para cada uno como es deseado por el otro. Muy rápidamente, dos individuos, convertidos en adversarios, van a desviar su atención del objeto para girar totalmente sobre su rival. Y van a pelearse, no para adquirir el objeto que tienden desde entonces a abandonar y a olvidar, sino para eliminar a su rival. Quizá prefieran igualmente, destruir el objeto de su deseo, más bien que, permitir que se convierta en la propiedad del otro. Su adversidad "se hace rivalidad pura".

A partir de este momento, las relaciones miméticas entre dos rivales estarán dominadas por la lógica de la violencia. La violencia, escribe René Girard, es una relación mimética perfecta, entonces reciprocamente perfecta. Cada uno imita la violencia del otro y se la reenvía, "con usura".

 La ética de Espinoza.

Espinoza en su ética, había señalado que la envidia y los celos eran las principales afecciones naturales que determinaban un comportamiento en el hombre cuando éste no vive bajo la conducción de la razón.  "Solamente por esto, dice Espinoza, imaginamos que alguien saca de algo alegría, queremos entonces esa cosa y deseamos sacar igualmente, de ella, alegría; haremos pues el esfuerzo para que el otro no tenga más posesión sobre la cosa"  Por esto, entraremos en conflicto con el otro y, si es necesario, no vacilaremos en recurrir a la violencia contra él:

"En la medida en que los hombres estén animados los unos contra los otros, por envidia o por alguna afección de odio, son contrarios los unos a los otros, y, por consecuencia, tanto más temen los unos, que el poder de los otros tienen, sea mayor que el de los otros Individuos de la naturaleza."

 Freud, la guerra, la violencia.

 En un texto escrito al comienzo de la Primera Guerra mundial, titulado "Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte", Freud escribe:

 "Cuando una decisión haya puesto fin al huraño enfrentamiento de esta Guerra, cada uno de los combatientes victoriosos, regresará alegre a su hogar, encontrará de nuevo a su mujer y a sus hijos, sin ocuparse ni tratar en su pensamiento, sobre los enemigos que habrá matado cuerpo a cuerpo o por una arma de largo alcance. "

 Así, el hombre civilizado puede no experimentar sentimiento alguno de culpabilidad frente al homicidio. Freud hace notar que no era así en el Hombre Primitivo: "El salvaje, anota, de ninguna manera es un asesino impenitente. Cuando vuelve vencedor de la senda de la guerra, no tiene derecho a entrar en el pueblo ni a tocar a su mujer antes de haber expiado sus homicidios guerreros con penitencias a menudo largas y penosas."

Freud concluye señalando que el Hombre primitivo daba prueba así, de una "delicadeza moral que se perdió en nosotros Hombres Civilizados"

 Así, el Hombre realmente "civilizado", si se encontró atrapado en la necesidad que lo fuerza a matar a su adversario, no tiene tampoco el gusto de celebrar ninguna victoria. No procura disculparse con justificación alguna, pero quiere hacer el duelo por aquel que fue muerto a sus manos. Después del homicidio al enemigo, la "civilización" exige hacer el duelo, mientras que el "salvajismo" incita a festejar la victoria.

 En el momento mismo en que el Hombre no sabe hacer de otro modo que recurrir a la violencia para opnerse a la violencia que amenaza con destruirlo o con destruir al otro, es preciso que vuelva a acordarse que sólo la acción sin violencia, da sentido verdadero a su existencia. Porque es solamente con esta condición que sabrá acordar a la violencia solamente lo que es estrictamente impuesto por la necesidad. De lo contrario, será la violencia la que se apoderare de su destino. No es sino a partir del reconocimiento de la exigencia de la no-violencia, que es posible reducir la violencia a la estricta necesidad. Porque si el Hombre no se sitúa resueltamente en la dinámica de la no-violencia, ineluctablemente caerá en la lógica de la violencia.

  Datos de traducción:

fuente: personal, privada. facebook.

traductora: margarita mosquera zapata
oficio: psicoanalista
email: di1version@gmail.com

consultorio: celular: +57+ 3168255369
ciudad y país: medellín, Colombia

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