El crecimiento de nuestros niños.
Buenos días, mis queridos lectores.
Al son de la música de Bach, http://video.google.es/videosearch?q=bach&hl=fr&ie=UTF-8&oe=UTF-8&rls=com.microsoft%3Aes&tab=nv# , vamos a rehacer, vamos a reunirnos por espacio de unas cuantas horas, en un lugar my agradable, en donde nos encontramos con ideas que ya todos conocemos pero que, por una u otra razón, hemos dejado escapar dada la premura y las altas exigencias a que todos hemos estado sometidos, por nuestra forma de vida actual en la historia de la humanidad, la época que ahora nos “toca” vivir.
El encuentro lo hacemos a través de una caminata que decidimos, simplemente para reposar. Nos dirigimos entonces, hacia un espacio en donde, la naturaleza nos regala con su luz, sus sonidos armónicos, aquellos de cuando hacemos silencio en todo nuestro interior y sólo dejamos que lo que aparezca, sea de nuestro propio interior o del exterior, nos sorprenda.
En el camino, vamos desprevenidos, sin rumbo, solo para descansar, pero… somos sorprendidos al encontrarnos de frente, en un recodo del camino, con un palacio hecho dentro de la roca, la roca que bordeaba el camino por el que nuestros pasos nos llevaban, como si éste Palacio, hubiese sido la guía sin apenas nosotros darnos cuenta. Entramos, uno por uno al palacio, lentamente, descubriendo paso a paso, con alegría, lugares ya soñados, leemos leyendas de seres humanos que han vivido en muy lejanos continentes y cobijados por extrañas sabidurías que no llegaron nunca a nosotros, como tales, y que de seguro como nosotros, tuvieron este mismo feliz encuentro.
En medio y al fondo del primer nivel de este palacio, hay una gran sala, rodeada de bambús, y de cascadas de agua que caen suavemente en su alrededor, creando un ambiente de sonidos, siempre el mismo, armónico, y de temperatura ambiente que se mezcla con la de nuestro cuerpo y nos mantiene en vitalidad y reposo a la vez.
En la sala, hay distintos muebles, unos alejados de otros, utensilios de escritura (algunos de ellos muy antiguos pero que, curiosamente al elegirlos, cada uno por su propio gusto, usted sabe cómo hacer de ellos uso), así mismo, hay, enfrente de la sala, una pantalla, en la que, verás imágenes ejemplo, de lo que te va siendo narrado.
Entras en la sala, eliges el lugar que más se acomode a tu gusto, allí donde más cómodo te sientes, y simplemente, descansas, te haces uno con el ambiente que te rodea y te olvidas, olvidas de dónde vienes y para dónde vas, simplemente disfrutas de la experiencia.
De un momento a otro, te sorprendes, pues empiezan a entrar otras personas, como tú, y que, aunque no las conoces, te sientes con ellos como si fueran aquellos seres que siempre has esperado, aquellos con los que te sientes bien, siendo tu mismo, aquellos con los que ni siquiera es necesario saludarse, pues, se siente en el ambiente, que pertenecen al mismo linaje, sin saber cuál éste sea, pero se diría, que están hechos de la misma esencia. Alguno de estos, el más anciano de todos, aunque no obstante muy bien dispuesto, tanto que pareciera tan joven como el más joven de la audiencia, pero…. Con alguna dignidad que hace que, quieras escucharlo. Se dispone en frente del auditorio y, comienza diciendo:
………………………
DE CUANDO NOS CONOCEMOS, YA GRANDECITOS, Y TENEMOS LA IDEA DE... LAS COSAS DEL AMOR!.
Una picazón en el estómago, algo que da vueltas por todo el cuerpo y hasta nos hace sentir mareados, tal que en ocasiones hacemos el error de salir corriendo, nos sucede un día, al encontrarnos frente a frente con alguien del sexo opuesto que nos invita sin hablarnos, a desear encontrarnos a su lado por siempre.
¿De donde viene esa reacción y a qué obedece?
Es rarísimo, habíamos escuchado hablar del amor y del enamorarse incluso como una locura, y de tener cuidado, se nos había advertido sobre las cosas del amor. Papá nos había ya hablado y dicho, sobre las características más propicias que debería tener la pareja que eligiéramos para acompañarnos, acompañarnos en el plan de vida que quisiéramos inventar para realizar y, aportar con ello a nuestros congéneres, algún beneficio asi mismo como y a la vez, para ser nosotros mismos beneficiarios de nuestros productos.
Pero.... resulta que, habiendo soñado con esta pareja, durante algunas invenciones que nos hacíamos, realmente nunca la habíamos imaginado, ni habíamos pensado que el amor se acercara a nuestras vidas de forma tan misteriosa, y asustadora.
Así es como, haciendo acopio de lo que sentíamos, decidimos, con nuestra pareja y sin hablarnos, callarnos, hacer silencio y sentir simplemente, mirándonos a los ojos y tomando nuestras manos, sin antes conocer nuestros nombres, ni nuestras historias.
Nos comportamos un poco como niños, salidos del código en el que por educación, habíamos entrado desde la más tierna infancia, como niños que, olvidan todas las instrucciones que les habían sido dadas respecto de las cosas del amor, dada semejante e invasora sorpresa.
En esta primera ocasión simplemente, nada dijimos, solo estuvimos ahí un tanto paralizados sin saber qué hacer, decir, pensar. En silencio.
La vida que une a las almas que están destinadas para el encuentro, hizo que, de nuevo en varias otras ocasiones, repitiésemos esta experiencia, y poco a poco, fuésemos poniendo palabras, que iban surgiendo, como de un manantial, suave y armónicamente.
Así es como, poco a poco, comenzamos a conocer los gustos del uno, y los gustos del otro, así como también, las antipatías y los felices desencuentros que habíamos tenido en nuestras vidas, separados.
Pero.... resulta que, habiendo soñado con esta pareja, durante algunas invenciones que nos hacíamos, realmente nunca la habíamos imaginado, ni habíamos pensado que el amor se acercara a nuestras vidas de forma tan misteriosa, y asustadora.
Así es como, haciendo acopio de lo que sentíamos, decidimos, con nuestra pareja y sin hablarnos, callarnos, hacer silencio y sentir simplemente, mirándonos a los ojos y tomando nuestras manos, sin antes conocer nuestros nombres, ni nuestras historias.
Nos comportamos un poco como niños, salidos del código en el que por educación, habíamos entrado desde la más tierna infancia, como niños que, olvidan todas las instrucciones que les habían sido dadas respecto de las cosas del amor, dada semejante e invasora sorpresa.
En esta primera ocasión simplemente, nada dijimos, solo estuvimos ahí un tanto paralizados sin saber qué hacer, decir, pensar. En silencio.
La vida que une a las almas que están destinadas para el encuentro, hizo que, de nuevo en varias otras ocasiones, repitiésemos esta experiencia, y poco a poco, fuésemos poniendo palabras, que iban surgiendo, como de un manantial, suave y armónicamente.
Así es como, poco a poco, comenzamos a conocer los gustos del uno, y los gustos del otro, así como también, las antipatías y los felices desencuentros que habíamos tenido en nuestras vidas, separados.
Luego, con el tiempo, comenzamos a hablar de lo que sentíamos cuando estábamos cerca y de cuando nos acordábamos el uno del otro, aun cuando el otro no estuviese presente.
Comenzamos a compartir nuestros sueños, muy ilusorios por cierto, producto de las raíces que el árbol del amor, ya iba anclando en la tierra, tierra que no era otra que nosotros mismos, y decidimos un día, escribir la historia nuestra, la de ese extraño amor del que nadie nunca, nos había hablado.
Y tomamos los pinceles que teníamos y las telas y los colores a nuestro alcance, y comenzamos a dibujar nuestra historia que, curiosamente, a medida que íbamos dibujando esa historia, la íbamos viviendo en nuestra vida diaria.
Y un día, comienzan a llegar los hijos que tanto habíamos deseado desde niños, y plasmamos en ellos sus nombres, aquellos nombres que habíamos, de pequeños, inventado para ellos. Momento éste, en el que ya comenzábamos a dibujar su historia, en medio de nuestros juegos infantiles y sin apenas darnos cuenta.
Reíamos en pareja, contándonos cómo, había llegado a nosotros tal o cual nombre, y elegíamos así, el de nuestros hijos.
Nada de esto fue sencillo, pero así es como lo recordamos y lo vivimos, ahora, mi compañera y yo, cuando ya estamos ancianos y vemos correr a nuestros bisnietos por el campo, ese campo que ella y yo labramos cuando de jóvenes, apenas esperábamos nuestro primero de los cuatro hijos que pedimos a la vida.
Hubo trabajo, penurias, cosas que resolver y dificultades nuestras, de cada uno, que superar, pero…. En verdad, esto que les he dicho antes, es lo que ayer, con ella, recordábamos.
Fueron sus palabras:
"Viejo, gracias por haberte prestado a seguir el camino de eso que sentímos desde el primer día de nuestro encuentro, gracias por haber confiado en mí y haber querido hacer esta música bella que ha sido nuestra vida."
Y yo, no tenía menos que sentirme contento al escucharla, y decirle a ese niño que era yo y que aún vive en mi, pero que era el de aquel entonces……….Siiiiiiii! Urra!
DE CUANDO LLEGARON NUESTROS NIÑOS.
Nueve meses, comenzó a ser una larga espera, pues queríamos ya, en medio del afán juvenil, tener en nuestros brazos a nuestro bebé, y nos decíamos que queríamos un niño o una niña, que no importaba cuál fuera su sexo, por temor a que el bebé nos escuchara nuestras preferencias y no correspondieran éstas al sexo con el que venía.
Yo prefería un niño, por aquello, del orgullo del hijo, de la “pinta” como lo decían en mi pueblo los mayores, el varoncito que iría a ser el ejemplo para sus hermanos.
Ana, prefería una niña, que la acompañaría en las labores domésticas. Es lo que había escuchado siempre de las mujeres de la aldea.
Pero, un día, hacia el segundo mes de embarazo, Ana y yo decidimos salirnos un poco del código de lo que habíamos escuchado, dado que el comienzo de nuestro amor no conciliaba con ninguna de las enseñadas dadas por nuestros mayores, decidimos hacer con nuestros hijos lo mismo que había sucedido con nuestro amor.
Y tomamos los pinceles que teníamos y las telas y los colores a nuestro alcance, y comenzamos a dibujar nuestra historia que, curiosamente, a medida que íbamos dibujando esa historia, la íbamos viviendo en nuestra vida diaria.
Y un día, comienzan a llegar los hijos que tanto habíamos deseado desde niños, y plasmamos en ellos sus nombres, aquellos nombres que habíamos, de pequeños, inventado para ellos. Momento éste, en el que ya comenzábamos a dibujar su historia, en medio de nuestros juegos infantiles y sin apenas darnos cuenta.
Reíamos en pareja, contándonos cómo, había llegado a nosotros tal o cual nombre, y elegíamos así, el de nuestros hijos.
Nada de esto fue sencillo, pero así es como lo recordamos y lo vivimos, ahora, mi compañera y yo, cuando ya estamos ancianos y vemos correr a nuestros bisnietos por el campo, ese campo que ella y yo labramos cuando de jóvenes, apenas esperábamos nuestro primero de los cuatro hijos que pedimos a la vida.
Hubo trabajo, penurias, cosas que resolver y dificultades nuestras, de cada uno, que superar, pero…. En verdad, esto que les he dicho antes, es lo que ayer, con ella, recordábamos.
Fueron sus palabras:
"Viejo, gracias por haberte prestado a seguir el camino de eso que sentímos desde el primer día de nuestro encuentro, gracias por haber confiado en mí y haber querido hacer esta música bella que ha sido nuestra vida."
Y yo, no tenía menos que sentirme contento al escucharla, y decirle a ese niño que era yo y que aún vive en mi, pero que era el de aquel entonces……….Siiiiiiii! Urra!
DE CUANDO LLEGARON NUESTROS NIÑOS.
Nueve meses, comenzó a ser una larga espera, pues queríamos ya, en medio del afán juvenil, tener en nuestros brazos a nuestro bebé, y nos decíamos que queríamos un niño o una niña, que no importaba cuál fuera su sexo, por temor a que el bebé nos escuchara nuestras preferencias y no correspondieran éstas al sexo con el que venía.
Yo prefería un niño, por aquello, del orgullo del hijo, de la “pinta” como lo decían en mi pueblo los mayores, el varoncito que iría a ser el ejemplo para sus hermanos.
Ana, prefería una niña, que la acompañaría en las labores domésticas. Es lo que había escuchado siempre de las mujeres de la aldea.
Pero, un día, hacia el segundo mes de embarazo, Ana y yo decidimos salirnos un poco del código de lo que habíamos escuchado, dado que el comienzo de nuestro amor no conciliaba con ninguna de las enseñadas dadas por nuestros mayores, decidimos hacer con nuestros hijos lo mismo que había sucedido con nuestro amor.
Elegimos que nuestros pequeños no nos pertenecían, que ellos eran un regalo de bienvenida a nuestro amor y que, harían de nuestra casa su abrigo, su hogar, pero que, serían libres de irse a crear su propia vida cuando más les pareciera adecuado a sus intereses, decidimos que crecerían en amor, comprensión y siempre, siempre, claridad en los términos de nuestras relaciones. Decidimos que yo haría de papá, que Ana haría de mamá, y que los niños no tendrían más remedio que hacer de hijos, siempre, durante toda su vida.
Y que, en tales condiciones entonces, los niños no serían ni nuestro orgullo ante los otros, ni nuestra vanagloria por sus esfuerzos y adelantos, sino que estaríamos alegres siempre, de albergarlos y que estaríamos dispuestos siempre, a cumplir nuestra tarea, no solo como progenitores de lo cual nos hacemos responsables, sino de padre y madre, para nuestros hijos.
Así es como, inventamos también, que la gestación sería de 12 meses y no de 9 que era según el código que siempre se nos enseñó, el periodo de crecimiento.
Pasaron los 9 primeros meses, nacieron nuestros pequeños, y los tres meses restantes, el pequeño era acogido principalmente por su mamá, es decir, quisimos hacer de la separación uterina, una transición, un poco larga, y suave, un corte no tan abrupto, como el que veíamos que siempre se hacía.
Así es como, inventamos también, que la gestación sería de 12 meses y no de 9 que era según el código que siempre se nos enseñó, el periodo de crecimiento.
Pasaron los 9 primeros meses, nacieron nuestros pequeños, y los tres meses restantes, el pequeño era acogido principalmente por su mamá, es decir, quisimos hacer de la separación uterina, una transición, un poco larga, y suave, un corte no tan abrupto, como el que veíamos que siempre se hacía.
Ana, permanecía con el pequeño, la mayor parte del primer mes. Sólo cuando este dormía, ella iba a hacer por sí misma, su arreglo personal y su cuidado por su cuerpo y su estar. También para ella, representaba como para el bebé al nacer, una perdida, una separación de una criatura que habiendo estado en su interior, en ella, dependiendo de ella para todo, un día, la dejaba para estar afuera y, la miraba con esos ojos tiernos con los que quería aprehenderla, reconocerla. Al igual que el bebé, ella, también quería mirarlo y tocarlo y hablarle, y contarle historias y escuchar de él, esas historias que tenía para contarle. Y así se la pasaban, Ana y el bebé, durante el primer mes, entre cuidados y ternuras, largas y privadas conversaciones y reconocimientos.
Yo, primero solo y luego acompañado por los otros hijos cuando éstos fueron llegando a nuestro hogar, nos ocupábamos de los quehaceres hogareños, y entrabamos en el recinto materno, solo a las horas señaladas, y con las funciones precisas para cada uno. Teníamos tareas como, lavar la ropa del bebé, mantenerla en orden, bañar al bebe, mantenerlo limpio, momentos en los cuales Ana, hacía lo propio por sí misma. Algunas de las horas de sueño del bebé, nos reuníamos con Ana, para que nos contara de su experiencia y le enviábamos mensajes al bebe a su través, pues, en verdad, durante al menos el primer mes, el lenguaje que más escucha y entiende el bebé, es el de su mamá.
En el segundo y tercer mes, mis tareas como padre, van siendo un poco mayores, es decir, un poco más de tiempo con el bebé, empiezo a hablarle, y a hablarle de las historias, de aquellas que su mamá me ha contado que él le ha contado. Y le agrego historias propias. A veces, yo mismo lo saco al sol, u otras, alguno de los otros hijos, cuando ya los había.
Sus hermanitos, juegan con el recién nacido, le cuentan historias, en tiempos muy pequeños durante el tercer mes, finalizando.
Y un día, cumplido el año de trabajo de gestación, nacimiento y primer trimestre, hacemos una pequeña fiesta y reunión familiar, donde presentamos regalos para unos y otros, los niños dan regalos a su nuevo hermanito a su mamá y a su papá, por haberles traído consigo para su experiencia de vida, un hermanito, y nosotros, de parte del bebé, y de nosotros mismos, nos damos regalos entre Ana y yo, agradeciéndonos la felicidad que mutuamente nos hemos brindado, así mismo, regalamos a los otros hijos, de parte de su hermano y nuestra, celebrando el que cada uno de ellos, así como nosotros, ocupa de ese momento en adelante, un puesto, un lugar diferente en la familia (puesto que hacemos correr, tanto en la mesa, como en la sala, como en las habitaciones y el estudio y en las responsabilidades, por supuesto, y también en los derechos),
De ese día en adelante, el bebé, tiene su propio espacio en la casa, espacio que arreglamos entre todos, con él presente!. Este arreglo dura unos cuantos días, de modo que también es suave para él, el cambio de espacio.
Ana, en este momento, empieza a retomar sus labores tanto en el hogar, que ya mucha falta nos estaba haciendo a todos! como en sus tareas como trabajadora en aquello que más le gusta, las plantas, su jardinería, y la venta de las más bellas flores que se producen en los alrededores, para decoración y armonización de los hogares y espacios según la función de cada uno de éstos.
Yo, por mi parte, también retorno a mis labores, algunas de las cuales habían quedado un poco estancadas, dadas mis tareas en el hogar, tareas que permitían a Ana, cuidar de nuestro pequeño hijo.
Los niños, cada uno queda con funciones y tareas diferentes, tanto en el hogar como en relación con las cosas sociales de nuestro entorno y sus propias responsabilidades con ellos mismos, cada uno, es ahora mayor. Incluidas las responsabilidades con cada uno de sus hermanitos, por supuesto.
Juan por ejemplo, el mayor de todos, tenía 5 años cuando nació Julián, a esta edad pasa a ocupar una habitación más alejada de la nuestra, pues en su lugar, iba luego, a estar, Julián, cuando éste cumpliera sus tres meses de nacimiento.
Yo, primero solo y luego acompañado por los otros hijos cuando éstos fueron llegando a nuestro hogar, nos ocupábamos de los quehaceres hogareños, y entrabamos en el recinto materno, solo a las horas señaladas, y con las funciones precisas para cada uno. Teníamos tareas como, lavar la ropa del bebé, mantenerla en orden, bañar al bebe, mantenerlo limpio, momentos en los cuales Ana, hacía lo propio por sí misma. Algunas de las horas de sueño del bebé, nos reuníamos con Ana, para que nos contara de su experiencia y le enviábamos mensajes al bebe a su través, pues, en verdad, durante al menos el primer mes, el lenguaje que más escucha y entiende el bebé, es el de su mamá.
En el segundo y tercer mes, mis tareas como padre, van siendo un poco mayores, es decir, un poco más de tiempo con el bebé, empiezo a hablarle, y a hablarle de las historias, de aquellas que su mamá me ha contado que él le ha contado. Y le agrego historias propias. A veces, yo mismo lo saco al sol, u otras, alguno de los otros hijos, cuando ya los había.
Sus hermanitos, juegan con el recién nacido, le cuentan historias, en tiempos muy pequeños durante el tercer mes, finalizando.
Y un día, cumplido el año de trabajo de gestación, nacimiento y primer trimestre, hacemos una pequeña fiesta y reunión familiar, donde presentamos regalos para unos y otros, los niños dan regalos a su nuevo hermanito a su mamá y a su papá, por haberles traído consigo para su experiencia de vida, un hermanito, y nosotros, de parte del bebé, y de nosotros mismos, nos damos regalos entre Ana y yo, agradeciéndonos la felicidad que mutuamente nos hemos brindado, así mismo, regalamos a los otros hijos, de parte de su hermano y nuestra, celebrando el que cada uno de ellos, así como nosotros, ocupa de ese momento en adelante, un puesto, un lugar diferente en la familia (puesto que hacemos correr, tanto en la mesa, como en la sala, como en las habitaciones y el estudio y en las responsabilidades, por supuesto, y también en los derechos),
De ese día en adelante, el bebé, tiene su propio espacio en la casa, espacio que arreglamos entre todos, con él presente!. Este arreglo dura unos cuantos días, de modo que también es suave para él, el cambio de espacio.
Ana, en este momento, empieza a retomar sus labores tanto en el hogar, que ya mucha falta nos estaba haciendo a todos! como en sus tareas como trabajadora en aquello que más le gusta, las plantas, su jardinería, y la venta de las más bellas flores que se producen en los alrededores, para decoración y armonización de los hogares y espacios según la función de cada uno de éstos.
Yo, por mi parte, también retorno a mis labores, algunas de las cuales habían quedado un poco estancadas, dadas mis tareas en el hogar, tareas que permitían a Ana, cuidar de nuestro pequeño hijo.
Los niños, cada uno queda con funciones y tareas diferentes, tanto en el hogar como en relación con las cosas sociales de nuestro entorno y sus propias responsabilidades con ellos mismos, cada uno, es ahora mayor. Incluidas las responsabilidades con cada uno de sus hermanitos, por supuesto.
Juan por ejemplo, el mayor de todos, tenía 5 años cuando nació Julián, a esta edad pasa a ocupar una habitación más alejada de la nuestra, pues en su lugar, iba luego, a estar, Julián, cuando éste cumpliera sus tres meses de nacimiento.
A la vez, Juan, tenía en su nueva habitación, alguna serie de privilegios que hasta entonces, no había disfrutado, como su espacio de juegos privado y sus cosas personales, para sí mismo, para él solo, ya no compartiendo con papá y mamá.
Su tarea con Julián, era sacarlo al sol, desde los tres meses, todos los días, a eso de las nueve de la mañana y jugar con él, conversando y estableciendo su pequeña relación de hermano mayor con su hermanito a quien le enseñaba las cosas que él iba aprendiendo, a medida que su hermanito iba entendiéndole.
Su tarea con Julián, era sacarlo al sol, desde los tres meses, todos los días, a eso de las nueve de la mañana y jugar con él, conversando y estableciendo su pequeña relación de hermano mayor con su hermanito a quien le enseñaba las cosas que él iba aprendiendo, a medida que su hermanito iba entendiéndole.
Juan comenzó a estudiar en ese momento, en la jornada de la tarde, en la escuela cercana a nuestro hogar. Por lo que, en el estudio, se hizo un espacio para él, con sus libros y sus útiles de trabajo. También Ana tiene allí su espacio, ella gusta de leer y una silla muy cómoda la acoge en sus horas de lectura, una lamparita la acompaña pues lee a eso de las 10 de la noche hasta las 11 y en el día, a eso de entre las 2 y las 4 de la tarde. Ella gusta de libros de jardinería y de historias clásicas contadas por escritores cuya posición ante la vida, es amorosa. No gusta de las tragedias ni de los dramas de amores inconclusos, tampoco de las guerras o cosas que puedan alterar sus ánimos, pues cree que esto influirá luego en su relación con los niños.
Yo por mi parte, tengo en el estudio, mi escritorio donde hago cuentas y planes según las inversiones familiares, y también mi biblioteca donde cuento con libros de historia que tanto me gustan, así como libros sobre mi oficio que es el de ebanista, quiero siempre, hacer piezas cómodas y útiles para mis clientes que vienen a mi taller que queda en la parte del fondo de nuestra casa, con salida hacia afuera tal que queda independiente del hogar.
Cuando nació Beatriz, Julián contaba con 6 años!. Y Juan tenía ya 11 años comenzaba su escolaridad secundaria y asistía además, al taller de ebanistería conmigo, pues gustaba de aprender mi oficio que yo le enseñaba con mucho agrado. De modo que Juan, pasó a una habitación más cercana a la ebanistería y más alejada de la nuestra de Ana y yo, en su habitación anterior quedó Julián quien estudiaba ya, razón por la cual, tenía como los demás, espacio en el estudio, su propia biblioteca y su útiles para hacer trabajos tal y como a él le gustaba pues, desde el principio, tendió al dibujo, la pintura y la escultura que hacía con greda que encontraba no lejos de nuestro hogar, y a donde Juan lo acompañaba para recogerla.
Beatriz pasa pues, a sus tres meses a la habitación que ocupó primero Juan y luego Julián. La habitación quedó totalmente renovada pues esta vez, nos había llegado una hermosa chiquilla, risueña y que ya, a sus tres meses, mostraba sus ansias por la música y el canto!. Siguiendo con el son de sus gorgeos, el ritmo de las canciones de cuna que Ana, los niños o yo, le cantábamos. Era como si hiciera eco de lo que nosotros cantábamos para ella. De modo que, en su habitación de primera infancia, pusimos música ya, previniendo que sus gustos fueran por esta vía. Y no nos equivocamos. Basta con escuchar lo más posible a los niños y lo menos posible a nuestras expectativas respecto de ellos como hijos, para descubrir sus primeras tendencias respecto a aquello que los va a acompañar durante toda su vida, y en lo que van a expresar su creatividad y su vitalidad.
Cuando Nació Isabela, Beatriz que tenía 7 años, interpretó, en su pequeño piano con el que contaba desde los tres años, su primera melodía, dedicada a su hermanita, en la fiesta de su primer trimestre de vida.
Yo por mi parte, tengo en el estudio, mi escritorio donde hago cuentas y planes según las inversiones familiares, y también mi biblioteca donde cuento con libros de historia que tanto me gustan, así como libros sobre mi oficio que es el de ebanista, quiero siempre, hacer piezas cómodas y útiles para mis clientes que vienen a mi taller que queda en la parte del fondo de nuestra casa, con salida hacia afuera tal que queda independiente del hogar.
Cuando nació Beatriz, Julián contaba con 6 años!. Y Juan tenía ya 11 años comenzaba su escolaridad secundaria y asistía además, al taller de ebanistería conmigo, pues gustaba de aprender mi oficio que yo le enseñaba con mucho agrado. De modo que Juan, pasó a una habitación más cercana a la ebanistería y más alejada de la nuestra de Ana y yo, en su habitación anterior quedó Julián quien estudiaba ya, razón por la cual, tenía como los demás, espacio en el estudio, su propia biblioteca y su útiles para hacer trabajos tal y como a él le gustaba pues, desde el principio, tendió al dibujo, la pintura y la escultura que hacía con greda que encontraba no lejos de nuestro hogar, y a donde Juan lo acompañaba para recogerla.
Beatriz pasa pues, a sus tres meses a la habitación que ocupó primero Juan y luego Julián. La habitación quedó totalmente renovada pues esta vez, nos había llegado una hermosa chiquilla, risueña y que ya, a sus tres meses, mostraba sus ansias por la música y el canto!. Siguiendo con el son de sus gorgeos, el ritmo de las canciones de cuna que Ana, los niños o yo, le cantábamos. Era como si hiciera eco de lo que nosotros cantábamos para ella. De modo que, en su habitación de primera infancia, pusimos música ya, previniendo que sus gustos fueran por esta vía. Y no nos equivocamos. Basta con escuchar lo más posible a los niños y lo menos posible a nuestras expectativas respecto de ellos como hijos, para descubrir sus primeras tendencias respecto a aquello que los va a acompañar durante toda su vida, y en lo que van a expresar su creatividad y su vitalidad.
Cuando Nació Isabela, Beatriz que tenía 7 años, interpretó, en su pequeño piano con el que contaba desde los tres años, su primera melodía, dedicada a su hermanita, en la fiesta de su primer trimestre de vida.
Todos estuvimos estupefactos pues, los regalos esta vez, fueron toda una sorpresa, de parte de los hijos.
Juan que contaba ya con 18 años y tenía su propio taller de ebanistería, hizo el mobiliario para Isabela, renovando el que había utilizado Beatriz, y agregando de su propia inventiva, lo que consideraba que a los niños les era útil, un patio de juegos en el que, no importaba que para nosotros, el orden de sus juguetes no fuera muy claro, pues decía que los niños se relacionaban con los juguetes, como durante el primer trimestre se relacionaron con mamá, con papá y con sus hermanos, y que hacían con el juego, un estadio de transición, entre el regazo de los padres, y la escuela.
De Isabela, no pudimos descubrir mucho en los tres primeros meses, de modo que, a inspiración de Julián quien tenía ya 13 años y presentaba sus primeras exposiciones de pinturas, creó un espacio muy bien decorado con su arte, y vacío, sin muebles, sin juguetes, como si allí faltase algo, y estuviese el espacio dispuesto para recibirlo. Decía Julián, que eso que faltaba por descubrir, o sea sus talentos, ella misma allí, tendría que expresarlos de uno u otro modo. Y pues, tenía razón, luego vimos cómo, llevaba pequeñas materitas que hacía con restos de cortezas de árboles, y cuidaba de sus propias plantas, imitando a Ana, en su espacio de jardinería.
Era el tiempo suficiente para tener los hijos, el primero de ellos nació cuando teníamos Ana y yo, 20 años, y el último cuando contábamos con 38 años.
Isabela, se dedicó a la decoración de hogares, en lo que respecta al jardín. Casi que reunió en sí, los talentos de sus otros hermanos pues, cada hogar o espacio que Isabela decora con su jardín parece música, es acogedor como construcción que alberga a aquellos que allí expresan sus funciones en la vida, y lleva además, a su hermano pintor, quien termina de armonizar los espacios, según la idea que su hermana le da de éstos.
Todos en la familia nos dedicamos entonces al hogar, al centro de las vidas humanas, a la armonía de tal centro y al descubrimiento de lo que cada humano requiere como más importante, para poder expresar sus talentos y creatividad.
Son nuestros hijos por supuesto, y nuestro camino quedó marcado por la manera en la que Ana y yo, nos encontramos.
Conclusiones.
De Isabela, no pudimos descubrir mucho en los tres primeros meses, de modo que, a inspiración de Julián quien tenía ya 13 años y presentaba sus primeras exposiciones de pinturas, creó un espacio muy bien decorado con su arte, y vacío, sin muebles, sin juguetes, como si allí faltase algo, y estuviese el espacio dispuesto para recibirlo. Decía Julián, que eso que faltaba por descubrir, o sea sus talentos, ella misma allí, tendría que expresarlos de uno u otro modo. Y pues, tenía razón, luego vimos cómo, llevaba pequeñas materitas que hacía con restos de cortezas de árboles, y cuidaba de sus propias plantas, imitando a Ana, en su espacio de jardinería.
Era el tiempo suficiente para tener los hijos, el primero de ellos nació cuando teníamos Ana y yo, 20 años, y el último cuando contábamos con 38 años.
Isabela, se dedicó a la decoración de hogares, en lo que respecta al jardín. Casi que reunió en sí, los talentos de sus otros hermanos pues, cada hogar o espacio que Isabela decora con su jardín parece música, es acogedor como construcción que alberga a aquellos que allí expresan sus funciones en la vida, y lleva además, a su hermano pintor, quien termina de armonizar los espacios, según la idea que su hermana le da de éstos.
Todos en la familia nos dedicamos entonces al hogar, al centro de las vidas humanas, a la armonía de tal centro y al descubrimiento de lo que cada humano requiere como más importante, para poder expresar sus talentos y creatividad.
Son nuestros hijos por supuesto, y nuestro camino quedó marcado por la manera en la que Ana y yo, nos encontramos.
Conclusiones.
¿Que pudiera yo decirles como música de fondo para su creatividad en las cosas del amor y sobre la constitución de un hogar sino que es, simplemente, la vida misma, el camino que han elegido para crecer juntos?
Obedecer a la irradiación que se presenta en el primer encuentro. Si no hay esta irradiación no se trata de encuentro, solo de ilusiones que tarde que temprano terminan en dificultades. Pues lo que no es, no es, por más que se le obligue. Este encuentro, marca, definitivamente, el camino de la pareja, y del hogar que ésta constituya. Este encuentro enseña, lo que ha de seguir.
Obedecer a la irradiación que se presenta en el primer encuentro. Si no hay esta irradiación no se trata de encuentro, solo de ilusiones que tarde que temprano terminan en dificultades. Pues lo que no es, no es, por más que se le obligue. Este encuentro, marca, definitivamente, el camino de la pareja, y del hogar que ésta constituya. Este encuentro enseña, lo que ha de seguir.
Los niños al nacer, deben ser acogidos de manera más importante que, cuando cambiamos de país, idioma y costumbres que requerimos un periodo largo de aprendizaje y de descubrimientos antes de poder sentir que estamos realmente, en nuestro hogar, en nuestra casa, que el lugar nos pertenece.
Cada ser humano, trae sus talentos, trae su ESO en lo que gustará de expresarse y crear y servir a los otros, no sin servirse a su vez, en su encuentro consigo mismo, que es la invención que de él surge, de sus productos.
Es de suma importancia, marcar los rituales de paso. Nosotros en casa hacemos fiesta.
No alcancé a contar en lo que les hablé, las reuniones que hacemos en nuestra familia.
Luego de este primer tercer trimestre, dado que soy yo quien lleva a los niños hacia el afuera, hacia el exterior de nuestro hogar, hacia la sociedad, no sin Ana por supuesto, comienzan más firmemente mis funciones de padre.
Cuando el pequeño entra a la escolaridad, igual que cuando entra a casa luego de su primer trimestre de vida, y tiene ya su espacio por fuera de su mamá, se hace fiesta.
Y luego, cuando el joven ya ha elegido su espacio de oficio en el que se desempeñará y donde inventará y creará para su bienestar y el de los suyos, es decir, la familia, o grupo que constituya, con el cual siga creciendo y aportando a otros, se hace fiesta!.
Cada uno de estos rituales de paso, está marcado por el énfasis del paso en sí y de lo que significa.
Las funciones se modifican, los espacios de habitación cambian.
A los 18 años, cada uno habrá creado ya, su espacio del que va a vivir, y en el que va a crear. De modo que todos los niños, bueno, todos nuestros hijos –es que no dejan de ser nuestros niños, nunca- salen de casa a los 18 años.
En la fiesta de los 18, cada uno aportamos para el espacio de vivienda y de oficio que el miembro de la familia haya creado para sí.
Así por ejemplo, ya les conté, Juan tiene su ebanistería que hoy en día ha retomado la mía propia, de la que, uno de sus hijos ebanista ahora, hace el uso adecuado y sigue los pasos tanto de su abuelo como de su padre en las artes de nuevos diseños, aplicando ahora todas esas tecnología raras y nuevas que han aparecido. Esto, dado que en mi retiro, me he dedicado a transmitir, sobre estas enseñanzas que creo a todos van a beneficiarnos.
Julián, tiene su propio espacio de pintura que ahora comparte con uno de sus hijos que también ha seguido sus pasos, y tiene un espacio en el que expone los trabajos de su hermana Isabela, pues han seguido trabajando juntos, Julián tiene en su galería de arte donde expone sus obras y también las de otros pintores que lo acompañan, un espacio para su hermana que expone allí, sus producciones.
Beatriz, es concertista y en su taller de música enseña a otros, su arte, también uno de sus hijos, la acompaña ahora, dando sus primeros pasos en su oficio por él elegido.
Todos estos hijos míos, están casados, soy abuelo y hasta bisabuelo. Momento en que descubro, el hecho, de haber cumplido mi función de padre, no sin Ana, por supuesto!.
Mis hijos, en sus hogares, siguen los pasos de lo que aprendimos todos juntos en el paso por nuestra vida y los pasos de su propia hechura a partir de su propio encuentro en las cosas del amor, hecho que, como ya dijimos, marca la historia.
Ana, enseña el arte de la jardinería, ha escrito ahora, ella misma, algunos libros de los que, igual que yo, dicta conferencias, transmitiendo su experiencia de la vida. También se ha retirado del jardín propiamente dicho, el que, una de las hijas de Isabela ha tomado a cargo y en el que da sus primeros pasos, pero a diferencia de su mamá nuestra nieta, ya no con la pintura sino con la arquitectura de la cual es profesional.
Cuando nos reunimos en casa, la gran familia, de padres, hijos, nueras y yernos, nietos y bisnietos, ahora a nuestros -de Ana y yo, 80 años, cada vez, tenemos un tema diferente que tratar, en los que, mis hijos me retornan la sabiduría que aprendimos juntos, y que yo a ustedes trato de recordar. Digo recordar, dado que, está en sus corazones.
También, en nuestras reuniones familiares, disfrutamos con cada una de las ocurrencias de los pequeños y de los jóvenes, con sus historias y hasta con sus cosas por resolver.
Cuando a alguno se le presenta problemas que no ha podido resolver por sí mismo, hacemos reunión de padres de la familia, es decir, todos los varones. Se expone el problema y conversamos enseguida, de historias que se nos ocurren de lo vivido por cada uno, con relación al problema. No lanzamos juicios, ni opinamos más allá de esta, digamos, asociación libre de recuerdos. Con ello nos vamos al lado de nuestras mujeres, quienes a su vez, nos transmiten su opinión y hasta nos enseñan nuestros equívocos en las asociaciones que hemos hecho, con el fin de disfrutar de éstos.
A veces, con este solo hecho se resuelve el asunto. Otras, hemos de reunirnos nuevamente, ya habiendo sido digamos, enseñados, por las mujeres. Es entonces, cuando tomamos alguna decisión, y ponemos ciertos límites y actuamos en consecuencia con lo allí acordado.
Creo, hoy por hoy, que la vida es más sencilla de lo que siempre uno piensa. Que hay que abandonarse a la sabiduría de la vida misma pues ella enseña, ella nos da señales, ella nos explica y dirige nuestros pasos.
¿Cómo escuchar a la vida?
Escuchando nuestros más profundos adentros, y a los otros en su alma, en el centro de cada uno, allí donde, realmente, queda su hogar.
Buenas vidas tengan
Y el Caballero anciano, finalizada la conferencia, sale por donde llegó, y no volvemos a verlo, solo el momento en que impávido recibe nuestros aplauso.
Ahora, llegan unas jóvenes, vestidas a la manera de los griegos, tan bellas como si vinieran de Venus realmente, reparten en la sala, deliciosos panqueques con un sorbete hecho parece, de estrellas, por su sabor a diferentes frutas y sus colores acordes a las mismas, diferentes y como adivinando el gusto, para cada uno de los presentes en la charla.
Luego, a las jóvenes se unen otros jóvenes, cada uno vestido acorde con el color del vestido de su pareja, y formando un arco iris, entregan a su pareja un instrumento musical.
Con el acompañamiento de esta maravillosa orquesta, los asistentes a la conferencia, van descubriendo sus propios talentos, algunos escriben con cuarzos en maderas dispuestas para tal diseño, otros, encuentran acuarelas y pintan paisajes, vestidos de diseño, casas de ensueño, hogares en fin y hasta ciudades enteras, otros, hacen escultura en donde reflejaban las más bellas formas, formas nunca antes vistas ni soñadas, pero que, curiosamente, brindan a quienes las observaban, alegría, reposo y más sueños e ideas a realizar, otros danzan, otros cantan, otros, incluso comienzan a escribir sus pequeñas-grandes obras, otros, los de menos, encuentran la forma más sencilla para resolver sus pequeñas dificultades, siempre humanas.
Finalmente, todos los concurrentes en el paseo y los que llegaron después de ellos salidos no se sabe de dónde, acompañados por la música, salen por los pasillos del castillo, disfrutando del ambiente fresco, del sonido, y en silencio, regalándose con ideas para sus propias familias, su entorno y su vida.
Salimos del castillo, y allí, curiosamente, ya es bastante tarde y salido no se sabe de dónde, sin estar por nosotros previsto dado que sólo íbamos de caminada, y el encuentro en el castillo nos cambio los planes-, hay un gran bus, muy elegante por dentro y colorido por fuera, en el que nos subimos y se encarga de llevarnos a cada uno, a nuestras residencias, según y cómo cada uno lo va disponiendo.
A la salida de cada uno, alguno de entre nosotros, tuvo la linda idea, de pararse en la puerta de salida del autobús, para despedir al compañero con un abrazo y una rosa de las muchas con las que hemos sido regalados por unos duendecillos, los que antes nos habían indicado, la salida del castillo y el transporte que nos traería de regreso.
Y aquí, hoy, años después de este encuentro, nos hemos reunido todos, ustedes forman parte, para conmemorar y recordar las enseñanzas de nuestro querido Caballero anciano, cuyo nombre hemos acordado dar, cada uno a nuestro gusto.
Yo he sido designada para este relato, por todos ustedes, y aquí se los presento.
Perdonen la tardanza.
Y el Caballero anciano, finalizada la conferencia, sale por donde llegó, y no volvemos a verlo, solo el momento en que impávido recibe nuestros aplauso.
Ahora, llegan unas jóvenes, vestidas a la manera de los griegos, tan bellas como si vinieran de Venus realmente, reparten en la sala, deliciosos panqueques con un sorbete hecho parece, de estrellas, por su sabor a diferentes frutas y sus colores acordes a las mismas, diferentes y como adivinando el gusto, para cada uno de los presentes en la charla.
Luego, a las jóvenes se unen otros jóvenes, cada uno vestido acorde con el color del vestido de su pareja, y formando un arco iris, entregan a su pareja un instrumento musical.
Con el acompañamiento de esta maravillosa orquesta, los asistentes a la conferencia, van descubriendo sus propios talentos, algunos escriben con cuarzos en maderas dispuestas para tal diseño, otros, encuentran acuarelas y pintan paisajes, vestidos de diseño, casas de ensueño, hogares en fin y hasta ciudades enteras, otros, hacen escultura en donde reflejaban las más bellas formas, formas nunca antes vistas ni soñadas, pero que, curiosamente, brindan a quienes las observaban, alegría, reposo y más sueños e ideas a realizar, otros danzan, otros cantan, otros, incluso comienzan a escribir sus pequeñas-grandes obras, otros, los de menos, encuentran la forma más sencilla para resolver sus pequeñas dificultades, siempre humanas.
Finalmente, todos los concurrentes en el paseo y los que llegaron después de ellos salidos no se sabe de dónde, acompañados por la música, salen por los pasillos del castillo, disfrutando del ambiente fresco, del sonido, y en silencio, regalándose con ideas para sus propias familias, su entorno y su vida.
Salimos del castillo, y allí, curiosamente, ya es bastante tarde y salido no se sabe de dónde, sin estar por nosotros previsto dado que sólo íbamos de caminada, y el encuentro en el castillo nos cambio los planes-, hay un gran bus, muy elegante por dentro y colorido por fuera, en el que nos subimos y se encarga de llevarnos a cada uno, a nuestras residencias, según y cómo cada uno lo va disponiendo.
A la salida de cada uno, alguno de entre nosotros, tuvo la linda idea, de pararse en la puerta de salida del autobús, para despedir al compañero con un abrazo y una rosa de las muchas con las que hemos sido regalados por unos duendecillos, los que antes nos habían indicado, la salida del castillo y el transporte que nos traería de regreso.
Y aquí, hoy, años después de este encuentro, nos hemos reunido todos, ustedes forman parte, para conmemorar y recordar las enseñanzas de nuestro querido Caballero anciano, cuyo nombre hemos acordado dar, cada uno a nuestro gusto.
Yo he sido designada para este relato, por todos ustedes, y aquí se los presento.
Perdonen la tardanza.
De ustedes,
Atiragram areuqsom
30 de marzo de 2009
Atiragram areuqsom
30 de marzo de 2009