domingo, 5 de abril de 2009

3.1 Saber, goce, repetición

Vayamos primero al concepto de Escena Primitiva en psicoanálisis, luego iremos al del goce y por último articularíamos ambos.
Lo que viene primero a la mente, es en la carta robada, una estructura que se repite, justamente de, la avanzada que hace el ministro D, respecto del rey, queriendo tener en sus manos a la reina, a través de robar su carta, una carta que parecía, a los ojos de lince del ministro D, secreta.
El ministro D, a cambio del subterfugio que pensaba lograr, se encuentra poseído por la carta, por el significante de la reina, significante de lo femineidad (¿?) y no puede hacer otra cosa que lo que la reina misma hizo, es decir, repite el gesto de ésta, al doblar la carta como una mujer lo haría con los pliegues de su vestido.
Esta trampa, lo sitúa en la impotencia ante la acción con la que Imaginó poseer a la reina.
Es cuando entra en la trama, el Sr. Dupin, éste, lógico, repite la estructura, el juego mismo del ministro D, puesto como éste se encuentra en el lugar de la reina. Dupin hace de ministro D, frente a un ministro D feminizado y frente a un representante de la ley, policía que nada ve, y que representa al rey, justamente por no ver nada.
Dupin, queda a su vez feminizado, poseído por el significante carta, el de la reina hasta que, la policía llega y, logra, transmitirle el significante, por una buena suma, con lo cual, la policía y él mismo, entregan el significante a la reina, a quién corresponde, como un trabajo y no ya como una trampa, robo amenazante, realizado.
Qué encontramos en el hombre de los lobos, sino algo semejante?. El pequeño hace uso del significante de la madre, es decir, de aquello con lo que ésta goza, el padre del pequeño. Es una identificación en lo inconsciente, con la escena primitiva. Allí donde, el pequeño y sin saberlo se instituye y diferencia en su sexualidad.
El asunto, la contradicción presente el caso, es su identificación con la madre en lo inconsciente, pero su identificación con el padre en lo consciente. Una identificación narcisista entonces.
Supongamos que escena primitiva, hace referencia a este asunto y por ello, el goce del que el sujeto goza, sea tan difícil de asir, dado que es estructural, inconsciente y muy difícil de capturar aunque no obstante perceptible en cualquier gesto, palabra, por ejemplo como lograra Freud en el hombre de las ratas, la “resolución” de la dificultad de éste, es decir, la puesta en palabras de ese real. Lo real del goce y lo simbólico de la estructura, de eso que se repite hasta hacerse oír, hasta hacerse saber.
Es la hipótesis entonces, sobre lo que representa la escena primitiva en psicoanálisis, y el goce mismo en ella, articulado.
Vayamos a los textos de Freud y Lacan, donde este entender pueda ser confirmado y argumentado teóricamente.
En historia de una neurósis infantil, el hombre de los lobos; Freud dice, en la versión de López ballesteros, como sigue:
“Sabemos que después de la repulsa de la chacha y de la consecutiva represión de la naciente actividad genital, su vida sexual se había desarrollado en las direcciones del sadismo y el masoquismo. Maltrataba y atormentaba a los animales pequeños y construía fantasías cuyo contenido era tan pronto el de que el mismo golpeaba a un caballo como el de que el heredero del trono era maltratado. En el sadismo mantenía su primitiva identificación con el padre, y en el masoquismo le elegía como objeto sexual. Se hallaba en aquella fase de la organización pre-genital en la que vemos la disposición a la neurosis obsesiva. El efecto del sueño que le situó bajo el influjo de la escena primordial le había permitido llevar a cabo un avance hacia la organización genital y transformar su masoquismo con respecto al padre en una actitud femenina para con él, o sea en homosexualidad. Pero el sueño no trajo consigo tal avance, sino que se resolvió en angustia. La relación con el padre, que desde el fin sexual de ser maltratado por él, debía haberle llevado al fin inmediato de servirle de objeto sexual como mujer, quedó retrotraída, por la intervención de su virilidad narcisista, a un estadio aún más primitivo, y disociada, pero no resuelta, por un desplazamiento sobre una sustitución del padre, aparente en calidad de miedo a ser devorado por el lobo.” Bibliografía: Historia de una neurosis infantil, caso el hombre de los lobos, (1914), Neurosis obsesiva, versión López ballesteros.
Es claro el texto. El sujeto, a través del sueño, se vincula justamente con la escena primordial, aquella en la que hace una identificación con el goce femenino, en un estadio primitivo igualmente, de la organización genital. Tal identificación lo lleva a una posición masoquista respecto del padre, una posición feminizada, como sucedía en la carta robada con el ministro D luego de robar la carta a la reina. Tal, identificación no resuelta en un paso a otro estado de organización genital, se ve desplazada sobre el miedo a ser devorado por el lobo, ser devorado éste, constituido en un fantasma que anuda lo real del goce y lo imaginario de la repetición, repetición como un intento de resolución, sin dar paso a un simbólico otro que la fobia.
Enseguida en el mismo texto, Freud dice:
“Considerando la conducta del niño de cuatro años ante la escena primaria reactivada y recordando las reacciones mucho más simples del niño de año y medio, al presenciar dicha escena, no podemos rechazar la hipótesis de la actuación de una especie de conocimiento previo, difícilmente determinable, semejante a una preparación a la comprensión. Es totalmente imposible imaginar en qué puede consistir este factor, y lo único que podemos hacer es compararlo al más amplio conocimiento instintivo de los animales. Si en el hombre existiera también un tal patrimonio instintivo, no tendríamos por qué asombrarnos de que se refiera especialmente a los procesos de la vida sexual, aunque claro está que no habría de limitarse a ellos. Este elemento instintivo sería el nódulo de lo inconsciente, una actividad mental primitiva destronada y sustituida por la razón humana posteriormente adquirida; pero que conservaría muchas veces, y quizá en todos los casos, el poder de rebajar hasta su nivel procesos anímicos más elevados. La represión sería el retorno a este estadio instintivo; el hombre pagaría con su capacidad para la neurosis aquella magna adquisición y testimoniaría con la posibilidad de las neurosis, de la existencia del grado primitivo anterior instintivo. La importancia de los tempranos sueños infantiles reposaría en que procurarían a este inconsciente una materia que le protegería de ser suprimido por la evolución posterior.”
Dice claramente Freud, las reacciones del niño de año y medio ante el presenciar la escena primaria.
Pareciera que hay distintos términos expresando lo mismo. Primitiva, primordial, primaria.
Vayamos a Lacan quien en su seminario sobre el hombre de los lobos, dice:
“Una objeción más grave es el carácter estereotipado de la escena primitiva: se trata siempre de un coitus a tergo. Y hay ahí algo muy problemático: ese es un esquema, una imagen filogenética que resurge en la reviviscencia imaginaria.”
Sigue la línea de Freud, una imagen filogenética que surge en la reviviscencia imaginaria.
En esta ocasión, la escena es llamada primitiva, está claro que se refiere al coito de los padres, presenciado por el pequeño, y vía Freud, habla de una imagen filogenética surgida en la reviviscencia imaginaria. ¿Esta reviviscencia hace relación acaso con: el sueño, la estructura que se repite, el goce mismo?
Más adelante en el mismo texto, Lacan dice:
“2º) Después de eso, no hay más nada, y es sólo Freud quien interpreta este sueño que tiene el valor de la irrupción de la escena primitiva misma en la conciencia nocturna.”
Creo que hemos sustentado en estos pocos extractos que escena primitiva (así llamada con lacan quién reunifica términos y propone uno) hace referencia al coito de los padres, presenciado por los pequeños entre los 6 meses y el año y medio de edad, momento en que, y sin saberlo (pero que, según la hipótesis de Freud nombrada por Lacan como lo filogenético, de lo cual el niño tendría de algún modo un saber ancestral, digamos un estar apto para… entender a su modo, algo) hace su identidad sexual más primigenia en lo que se ha de llamar en Freud la organización genital infantil.
Ahora bien, cómo a este fenómeno se vincula el término goce?.
Digamos por el momento que aquello de lo que se goza es aquello que se repite, sin que halla forma incluso de saberlo, pues es como un pensamiento escrito de otra forma que en las palabras pero que puede, obviamente, ser puesto en palabras. Digamos que es un pensamiento, una lógica de pensamiento, no hablada, no puesta en palabras, y en tanto que tal, se pone en actos. Como cuando un niño, queriendo abrir una caja de fósforos, al no saber hacer uso del lenguaje para decirlo, abre la boca, o abre las manos, como preguntándose, cómo se abre esto, o más aún, diciéndole al esto, “ábrete sésamo” con lo que, este ábrete sésamo, nos llevaría a tótem y tabú y al tema de las palabras de paso del que hablaba lacan en lo simbólico, lo imaginario y lo real.
Digamos pues, que es algo que se repite, ¿cómo?, de modo estructural, a la manera como veíamos en la breve referencia que hicimos a la carta robada.
Este modo estructural dice de: el objeto a (ojos de lince), del significante (carta), y de una posición subjetiva frente al deseo (quedarse con la reina), de parte del sujeto. Pero, hay una falla en la lógica del asunto, un pensamiento que resulta absurdo. El quedarse con la carta, de poseedor que es lo que busca el ministro D, queda por ésta poseído! Y, snip…! Caída del sujeto en una trama sintomática de la que no saldrá hasta no descubrir que fue descubierto y entonces, su apuesta quedar resuelta, entre el poeta y lógico que él era y el lógico que era Dupin.
Al respecto en el seminario 17 clase del 26 de noviembre de 1969, Lacan dice:
“Habíamos llegado a nuestro instinto y a nuestro saber, como situados en la escena de lo que Bichat define de la vida: "La vida -dice, y es la definición más profunda, y no es para nada sentenciosamente ridícula, si la ven de cerca- la vida es el conjunto de las fuerzas que resisten a la muerte". Sí leen lo que dice Freud de lo que es la resistencia de la vida en la pendiente hacía el Nirvana, como se designa de otro modo esta pulsión de muerte, en el momento en que la introduce, sin duda está pendiente de retorno a lo inanimado se presenta en el seno de la experiencia analítica, como una experiencia de discurso. Freud va hasta allí. Pero lo que hace que subsista esta burbuja dice, como realmente la Imagen se Impone a la escucha de esas páginas, es que la vida solamente regresa ahí siempre por los mismos caminos que alguna vez ha trazado muy bien: ¿Qué es sino el verdadero sentido dado a lo que encontramos en la noción de Instinto, de implicación de un saber? Este sendero, este camino, lo conocemos, es el saber "ancestral". Y ese saber ¿qué es? Si no olvidamos el punto donde Freud, más allá del principio de placer, del principio de realidad, introduce lo que él mismo llama "Más allá del principio del placer", que no está por ello controvertido; la prueba es que precisamente que el "saber" es lo que hace que la vida se detenga en un cierto límite hacia el goce. Ya que el camino hacia la muerte -es de eso que se trata el discurso sobre el masoquismo-, el camino hacia la muerte no es otra cosa que lo que se llama el goce. Es en esta relación primitiva del saber con el goce, donde viene a insertarse lo que surge en el momento en que el aparato aparece lo que es del orden del significante y es concebible, desde ya, que este surgimiento del "significante" nos hable ligando la función.”
Bueno, creo que hemos ordenado algunos conceptos, que dejaremos nombrados así, a la manera borromea como: saber, goce, repetición. Y diremos que el acto analítico, sería desde esta lectura, un saber sobre el goce engendrado por la repetición. Un saber no sabido no obstante y que es en la repetición de ese goce primitivo puesto en actos de palabras (y no en el cuerpo, en la vida diaria), cómo un día, el analizante descubre su propio centro.
No es solo una manera bella, aunque ardua, de proteger la vida, sino un poner en palabras un saber que a todos nos habita. Es tarea de los humanos, a fin de, justamente, superarnos a nosotros mismos.
La tarea, la guerra, decía Diego Luis Cordón, psicoanalista argentino, y amigo que aún recuerdo, “la guerra es con nosotros mismos”. Diremos hoy en su recuerdo, que cada sesión de análisis lograda, es decir con un saber puesto ahí que nos acerque al nudo del asunto, es una batalla ganada, y un día más que nos acerca al fin de “vivir bien” es decir: desayunar tranquilos, dijo un día, mi analista.
de ustedes,
margarita MOSQUERA
psicoanálisis
57/3168255369
medellín, colombia