viernes, 3 de abril de 2009

6.2. PUENTE. con Richard ABIBON

DIJON
sábado 10 de enero de 2009
Puente
Richard Abibon
Cuando comencé a practicar el análisis, estaba sorprendido al darme cuenta que soñaba con mis analizantes. Más aún cuando nadie hablaba de esto. Luego, me di cuenta que Freud hablaba de ello, en la Traumdeutung, pero en la época, la ideología ambiente pesaba de tal modo que yo mismo no me había dado cuenta. ¿Quién, en efecto, hizo observar que Irma era una paciente de Freud y que, analizando este sueño, Freud analizaba su transferencia hacia Irma confundiéndola con su mujer y su hija? Y que, lo que analiza entonces era su sentimiento de culpabilidad respecto al fracaso del tratamiento? ¿Quién notó que, en el sueño del tren[1], se da cuenta (Freud) que se sirve de palabras de uno de sus pacientes para confesarse a sí mismo algo inconfesable?
Demasiado a menudo, defendiéndose teóricamente de la maestría, los analistas lo practican de buena gana abasteciéndonos sus interpretaciones, no sólo de sueños de los analizantes, sino incluso del lugar que atribuyen éstos a su analista en la transferencia. ¿Pero quién se preocupa del lugar inconsciente que el analista mismo atribuye a su analizante en la transferencia, que él contribuye así a forjar? Porque, como toda relación, la transferencia se construye a dos. Hay que ser muy ingenuo
[1] 1 GW II/III p. 458 ; PUF p. 388.
para creer en la neutralidad del analista. Puede ser entonces idealmente deseable pero si conocemos así sea un poco lo inconsciente, sabemos que este último, de los deseos conscientes hace muy poco caso. La única cosa que podemos saber cuando somos analistas, es entonces justamente, que nada sabemos. Y que, entonces, la posición de dominio que supondría la neutralidad, es imposible.
Ahora bien, hace una quincena de años, comencé a hablar de mis sueños en un grupo de estudio consagrado a la vía real de acceso a lo inconsciente, hice escándalo. Todo el mundo hablaba de los sueños de sus analizantes y todo el mundo se enriquecía con interpretaciones a propósito de este sueño hecho por alguien cuyo relato original no se conocía y que, evidentemente, no estaba allí para confirmar o desmentir. Como si nadie hubiera leído esta nota fundamental de la traumdeutung: “La técnica que yo expondría en las páginas que siguen difiere de las de los antiguos por este hecho esencial, que ella encarga del trabajo de interpretación al soñador mismo[1]. Ciertamente, Freud agrega allí, más adelante, en la obra, el “método auxiliar” cuando nos encontramos en presencia de “sueños típicos”. Pero entonces esto debería justamente cortar de tajo toda discusión ya que, estos sueños son llamados como tal, porque tienen siempre la misma significación, universal, de la que podría aventurarme a decir, aquí, que tienen relación con los arquetipos de Jung. Quizá es así como se puede entender esta palabra de Lacan: “El inconsciente es esta parte del discurso concreto en tanto que trans-individual[2]
[1] 2 GW II/III p. 102 ; PUF p. 92
[2] 3 Ecrits p. 258 (Fonction et champ de la parole et du langage)

Si sueño con mis analizantes y si todos estos sueños revelan una identificación a ellos, es quizá muy simplemente que emergemos de la misma estructura.
No obstante, no solamente Freud confirma la presencia del método principal, el de la asociación libre del soñador mismo, sino incluso, tanto en un caso como en el otro, lo que cuenta es la toma de la palabra por parte del soñador, es decir, el hecho que, por la interpretación, él lleva “un nuevo material”. Esto será, magistralmente precisado por la obra de Lacan, que hace del sujeto, el producto de la cadena significante, aquel que, separándose del objeto, se confesará luego el objeto del psicoanálisis. Lo que nos interesa no es el objeto, la significación sino el sujeto de la enunciación. Como lo escribe Lacan: “El peligro no es la reacción negativa del sujeto, sino más bien su captura en una objetivación[1]”, la que producimos cuando hablamos de alguien en su ausencia.
Considero que la invención del psicoanálisis debe situarse en 1900, con la Traumdeutung y no en 1895, con los “Estudios sobre la histeria”. En estos últimos, Freud permanece en efecto, objetivo hablando de sus pacientes. En la Traumdeutung, opera por el contrario la inversión epistemológica fundamental: Habla de él mismo. Ciertamente, parece que Freud no se dio cuenta de toda la medida revolucionaria de esta invención. Él no la teorizó como tal, y no se mantuvo siempre ahí.
Mediante lo cual en el grupo de estudios al cual hacía referencia, la enunciación de mis propios sueños provoca apreciaciones tales como: “no has terminado tu análisis”, “si sueño con mis analizantes, consideraría esto como una intrusión insoportable”, y finalmente
[1] 4 Ecrits p. 251como broche de oro: « es de la psicosis ».

En lo que tienen razón excepto en la indignación: el análisis es por supuesto, interminable, y es el mínimo, para ejercer el psicoanálisis, haberse dado cuenta de esto y entonces hacer uso de ello en lugar de deplorar el funcionamiento. Es entonces de una intrusión que se trata pero en el sentido en que Freud hablaba en “la negación”: Se trata de poner adentro lo que amamos, porque es un efecto de la transferencia admitido por lo que se devela en estos sueños: sobre el amor. Finalmente se trata de psicosis a título de esta denominación que Lacan da un día al psicoanálisis: una paranoia dirigida, no obstante la que da al final de su vida; un autismo a dos. Lacan, me parece, por otra parte, va en el sentido de la inversión que digo yo, operada por Freud con la Traumdeutung, cuando insiste, a lo largo de su enseñanza, sobre esta fórmula: No hay otra resistencia que la del analista” Le llega de su combate contra la moda en psicoanálisis en los años cincuenta, según la cual había primero que agarrarse de las resistencias… del analizante, que se llamaba además, paciente. Se puede reprochar a Lacan no haber desarrollado esta idea fundamental, sobre todo en lo concreto de la cura. Entonces, es lo que yo hago.
Entonces, ¿jamás se debería hablar de los analizantes? Es mi idea. Por el contrario para hacer progresar la teoría podemos apoyarnos en un discurso de lo inconsciente en tanto que es un sujeto el que de él hace parte: wo Es war, soll Ich werden. Eso habla, pero yo lo repito a mi modo. “Nada debe ser leído allí, concerniente al yo del sujeto, que no pueda ser reasumido por él bajo la forma del “Yo”, o sea en primera persona[1].”
[1] 5 Escritos p. 241. Siglo XXI Editores, 1971.


He aquí entonces, un ejemplo. Hice el siguiente sueño:
Atravieso una plaza llena de gente. Busco mi casa. Frente a mi, allí a donde estoy tratando de dirigirme, se abre un pasaje ahuecado bajo una casa. Me apresto a pasar por debajo, cuando me doy cuenta que el apartamento de arriba de este pasaje es un lugar donde he vivido alguna vez. Era un lugar antiguo y sucio donde yo no tenía ganas de vivir. Un obrero está cambiando la ventana precisamente encima de este pasaje. No obstante, la ventana antigua que va a quitar, parece tan limpia como una nueva. Se aproxima con un sacaclavos a esta vieja ventana. Pero justo antes de proceder, se da cuenta que no a quitado las cortinas de encaje que cuelgan hasta mi altura. Entonces, él las quita.
Durante este tiempo me acuerdo de la época en que vivía allí; extraña época. Estoy feliz que haya pasado, y no obstante tengo alguna nostalgia.
¿Y dónde vivo ahora? Me doy cuenta que no sé. Tengo dos apartamentos, creo…, Yo me siento a la vez, perdido y no perdido.
Para mi nuevo libro, acababa yo de trabajar en esta pintura de Carlo Crivelli:

Allí se reconoce el punto que describo en mi sueño, salvo que en mi sueño, está rematado por una casa. Aquí, está ocupado por dos personajes y una jaula de pájaros puesta en el borde del parapeto. Estos leen un mensaje recibido por una paloma mensajera. Lo leen en un punto, porque el mensaje viene del soberano pontífice. Este último concede en la pequeña ciudad de Asconi Piceno las libertades eclesiásticas, así como es recordado por la inscripción citada en las puertas de la pintura, que también hace la veces de umbral para la casa de María. Porque se trata de una anunciación, muyprecisamente:

« Anunciación con San Emidius ». Este último es el santo patrón de la ciudad, porque se trata de un encargo de los ediles, pretendiendo conmemorar a la vez la anunciación y el anuncio de ésta libertad concedida. Lo vemos, San Emidius tiene una maqueta de la ciudad acompañando al ángel Gabriel en su misión a cerca de María, como si se le pidiera una intercesión para la virgen. Es ésta la habilidad de Crivelli para salirse del cepo de la coacción doble impuesta por los comendadores. La paloma del Espíritu Santo, se encuentra de este modo con las palomas mensajeras del papa.
En mi sueño, el obrero que va a desmontar la ventana ¿sería también él un mensaje y posiblemente un mensaje doble ya que se refiere finalmente, al apartamento doble? Esto me recuerda la pequeña habitación que utilicé cuando, a mis 20 años, dejé a mis padres. Mis finanzas no me permitían más que un lugar malo en un cuarto mugriento.
Pero era el precio de mi libertad, por cierto, no eclesiástica, pero con relación a mi papá, por falta de Papa.
Pero otra asociación se presenta en seguida. Una de mi analizantes es representante de una marca que vende ventanas y postigos. Lo recibo desde hace tres años. Sufrió de incontinencia toda su infancia, y hasta el principio de su edad adulta. Me había explicado la fuente orgánica de este síntoma desde el principio de su análisis: había sido operada desde el nacimiento a causa de su Espina bífida. Una nueva operación a los 20 años le había cerrado el meato uretral, lo que la obligaba a sondearse con un tubo de plástico cada vez que quería orinar.
Mi obrero que opera con un sacaclavos, podría bien, de resultas, ser el cirujano.
Obra sobre una abertura de la casa situada por encima de ambas piernas de unpuente, es decir, casi en la entrepierna. La cortina de encajes aparece entonces como una pieza de lencería. Va a cambiar una pieza transparente, la ventana que, ciertamente, es una representación del oficio de mi analizante, pero tambien una alusión al misterio del órgano femenino, tan transparente a los ojos de un niño que no lo ve, imaginando sin duda, como el pequeño Hans, que un fontanero vino para quitar algo, cuando no hay nada que haya que cambiar: la ventana me parece nueva.
Hay allí un mensaje doble. De una parte, una cuestión del órgano sexual femenino como tal, por otra parte una cuestión urinaria: en ambos casos se trata de rellenar un hueco que no hay forma de tapar.
En efecto, en el momento de una sesión, le vuelve a la memoria, lo siguiente: a la edad de cinco años, sus padres se la habían llevado al Hospital Necker para exámenes. Y allí, repentinamente, durante 15 días, y en ausencia de todo tratamiento "estuvo seca", según la expresión que fue la suya. La había yo cuestionado manifestando mi sorpresa: si podía estar seca 15 días, lo orgánico podía funcionar perfectamente, y (le preguntaba) si el problema estaba en otro lugar.
Se lo hice ver pues, para su gran sorpresa, jamás había hecho ella la deducción que le proponía. Ni ella, ni su cerco, ni algún médico.
Entonces se mostraba muy incrédula. Muy rápidamente yo me había dado cuenta: era mi convicción la que trataba de hacer pasar, y cuando se procura convencer, es que se resiste. Y si uno se resiste tendemos a elevar las resistencias del otro.
Comprobé a consecuencia, en el curso de las sesiones siguientes, que mi argumento había tenido un alcance ambiguo. De un ladointentaba desplazar su problema hacia la incontinencia anal lo que le llega también, pero bajo formas minúsculas y en momentos muy precisos. Un poco como una jubilación estratégica de un combatiente debilitado que procura reforzarse con posiciones hacia atrás. Por otra parte, me dice, al final de una sesión, sobre el umbral, que regresó recientemente el hospital Necker, para nuevos exámenes. Y esta vez, por primera vez de su vida, se sentía mal en un hospital. Por primera vez en su vida, no tenía ganas de quedarse allí. Y así como por casualidad todos los exámenes se revelaron negativos: está llena de salud. Y, me dice, por primera vez en su vida, se ha sentido alivianada al enterarse de la noticia.
Por consiguiente, por cierto, resistí, provocando una resistencia a cambio, que desplazaba la zona de conflicto. Pero por otra parte la resistencia testimonió el deseo del analista. Por cierto, el deseo de curarse, el analista haría mejor de desembarazarse de eso, pero el inconsciente no siempre está de acuerdo con esto. Sin embargo, es siempre el deseo del analista el que opera, y obra ofreciendo, vía la resistencia, un punto de apoyo al deseo del otro. ¿Haría confidencias a alguien que muestre su indiferencia? No, es entonces porque quien la analiza prueba su deseo al contacto del deseo de otro que puede poner al día los arcanos de su deseo. Encuentra apoyo en la resistencia del analista.
De la misma manera, para permitir al flujo del río seguir su curso ofreciendo al curso de los asuntos humanos un pasaje, las pilas del puente deben ser bastante resistentes. Así, esto permite la circulación tanto del mensaje pontifical, por encima, como del mensaje divino, por debajo. En topología, esto se llama muy tontamente un cruzamiento. El deseo de uno se apoya en el deseo del otro, pero cada uno circula sobre su propia vía.
Y, sí, viví allí en otro tiempo, dice mi sueño: allí, en el mismo lugar donde mi analizante sitúa su problema, no fui sin experimentar una castración, en la cual al temor a verse quitar su órgano al pie del sacaclavos se agrega el deseo de forzar el órgano del otro con un instrumento del mismo tonel, con el fin de probar que no fue quitado en lo absoluto: es como nuevo. ¿Tal activación del proceso de desarrollo fue sin duda la de la medicina respecto de mi analizante pero que hice otra creyendo ir en sentido inverso? Vean cómo esto no es una cuestión técnica: los elementos inconscientes puestos en juego son de una fuerza tal, llamando a tales secretos enterrados, como a pesar del análisis que se hizo, no quedamos menos los tributarios. Por lo menos tenemos los medios para analizarlo, siempre fuera del tiempo como es necesario.
Este puente entre el analizante y yo, en el cual identifico la misma problemática de la castración, sirve también de puente para esta obra pictórica que rinde homenaje a la autorización pontifical tanto como a la fecundación divina. No se trata solamente de saltar poéticamente de una metáfora a otra, sino de reconocer que se trata probablemente de la estructura universal tal como se actualiza en la una y en la otra según modalidades particulares. El matemático, bajo el registro de la topología del cruzamiento, da sin duda de ello, la versión más desnuda. La anunciación, la oigo de buena gana como una escena primitiva. El pintor nos hace espectadores de nuestra propia fecundación bajo la capa de una intervención divina, suficientementenoble para hacérnoslo aceptar el lado trivial, que incluye el reconocimiento de la castración. Esta última es legible en mi sueño bajo la forma de esta modificación de orificio por cambio de órgano, la ventana especialmente representada por su marco. Entonces, es sobre el marco sobre lo que juega Carlo Crivelli identificando el marco del cuadro con la abertura de la casa de María. Es sobre el marco que inscribe la libertad eclesiástica, que se puede leer como la autorización esperada de todo papá de comportarse como adulto, es decir de fecundar una madre. Esto, es siempre a la vez, transgredir el marco (salir del marco familiar) y respetarlo (la prohibición del incesto).
Finalmente, es sobre el marco que Crivelli deposita indolentemente la forma fálica de un pepino al costado de una manzana. Menos evidente, la cola del pavo que cuelga desde el piso superior: sabiendo que la ave reposa en el mismo umbral que el cuadro mismo, su cola hace evidentemente, saliente sobre la casa de María y en nuestro mundo de tres dimensiones, más allá pues, ambas dimensiones del cuadro. Del mismo modo, la palabra sale más allá de ambas dimensiones de la memoria, consciente e inconsciente, porque la memoria es siempre escritura de lo que vivimos.
En mi sueño era el sacaclavos el que desempeñaba este papel. ¿El obrero, es decir yo mismo, opera a la vez lo que le es demandado, cambia la ventana (o hacer nacer, en términos de escena primitiva), y al mismo tiempo transgrede, porque, por qué necesitaba un sacaclavos para tal operación? ¡Es más bien un instrumento de v(i)olador! Describe muy bien, finalmente, mi deseo de convencer.

Donde se ve dibujarse la estructura, forzosamente común que hace de puente entre nosotros, y entre nosotros y la gente de este antiguo apartamento que todos nosotros habitábamos en el quatrochento.
El falo (sobre el umbral) y Nombre-del-Padre (como umbral: libertas ecclesiastica) se recortan para establecer el marco de la representación y engendrar el sujeto.
Este último forzosamente excede toda representación, ya que está del lado de lo que engendra (función) tanto como de lo que es engendrado (objeto). Es pues allí dónde la habilidad del pintor (función) juega con los límites del cuadro (objeto), tanto hacia nosotros, espectadores, en nuestra tercera dimensión, como hacia el infinito, allí dónde cava en la representación la tercera dimensión de la perspectiva hacia el punto de fuga. Entonces, tercera dimensión en este cuadro, es claro que realmente, no hay. Hay sólo como imaginarización, pero a causa del hueco de lo simbólico. Hay que contentarse con aceptar esta castración de la tercera dimensión.
A la inversa, hablando, debemos aceptar dejar ambas dimensiones de la escritura (la memoria) para contentarnos con una di- mención temporal de la palabra
La función sujeto, vinculado al objeto (a), depende de Nombre-del-Padre (P) y de la castración (F). Funcionando es que ella produce la representación, aunque no es representada. Ella procura pues hacerse representar. A menudo un sueño procura sólo representar una preocupación que no supo encontrar representación durante la jornada anterior. Y esto se cuelga siempre de una representación más fundamental que reenvía a la infancia, y finalmente al principio, es decir la representaciónde la función-sujeto en el estado naciente, y en el estado que funciona, es decir produce la representación, produce el sujeto. Esta representación, la escena primitiva, no puede ser sino personal siempre, extravagante, es decir referida al principio: tan pronto como aparece, desaparece. Al mismo tiempo se revela como tal, universal. Si fuera un objeto como el yo podríamos decir: he aquí, ahí está, ahora podemos captarlo, como una superficie, como de un cuadro. Pero de hecho no está allí, jamás en el estado de objeto. Podemos percibirlo sólo funcionando, o como en un sueño, como en un cuadro, al nivel de lo que excede el borde: pepino, cola de pavo o sacaclavos.

Así mi problemática en lo más íntimo y lo más particular reúne la de mi analizante y la de Crivelli, y pues la de todo el mundo. Es allí dónde, a través del sujeto, se reencuentra el objeto como irrepresentable. Esto moviliza el trabajo de la pulsión de muerte para intentar a pesar de todo, construir una representación. ¿De qué? Justamente del sujeto. Lo que es ligado de modo ineludible a la castración: debemos reencontrarnos en el espejo chico o chica, y sin embargo, el hueco de la diferencia sexual es irrepresentable. Lo es todavía más si es denegado y si la denegación es denegada a su vuelta por la transparencia: ¡aunque veo que no hay nada que ver, ya que veo el costado, pero no es una falta, no es un hoyo es una superficie! ¿Vamos a quitarlo? Pero esto será para reemplazarla en seguida por otro, también nuevo.

Redacción del jueves, 2 de abril de 2009

Richard Abibon
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traducido por:
Margarita MOSQUERA
psicoanálisis
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