LECCIÓN I el 18 DE NOVIEMBRE DE 1953
Jacques Lacan
[Sentido del estudio de los textos, y de su enseñanza]
La búsqueda del sentido ya ha sido practicada, por ejemplo por ciertos maestros budistas, con la técnica “zen”. El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa, un sarcasmo, una patada.
Les incumbe a los alumnos mismos buscar la respuesta a sus propias cuestiones en el estudio de los textos; el maestro no enseña ex cátedra una ciencia totalmente hecha sino que aporta esta respuesta cuando los alumnos están a punto de encontrarla.
Esta enseñanza es una negativa de todo sistema, descubre un pensamiento en curso de movimiento, pero sin embargo está preparada para el sistema, porque está obligada a presentar una cierta cara dogmática. El pensamiento de Freud está perpetuamente abierto a revisión. Es un error reducirlo a palabras gastadas inconsciente, superego... Cada noción posee allí su vida propia, lo que precisamente se llama la dialéctica: ella tiene un contrario, etc. Ahora bien, algunas de estas nociones eran, para (ELP 1) Freud, en un momento dado, necesarias: aportaban una respuesta a una cuestión formulada en términos anteriores. No basta con hacer la historia en el sentido de historia del pensamiento y con decir que FREUD apareció en un siglo cientista.
Con la “Ciencia de los sueños”, algo de una esencia diferente, de una densidad psicológica concreta, es reintroducido, a saber el sentido, desde el punto de vista cientista, FREUD pareció reunir allí el pensamiento más arcaico, leer algo en los sueños. Luego, FREUD vuelve a la explicación causal.
Pero cuando se interpreta un sueño, estamos de lleno en el sentido, en algo fundamental del sujeto, en su subjetividad, sus deseos, su relación con de su medio, con los otros, con la vida misma. (-9 afi)
Nuestra tarea es la reintroducción al registro del sentido, registro mismo que hace falta reintegrar a su nivel propio. Brücke, Ludwig, Helmholtz, De Bois-Reymond habían constituido una suerte de fe jurada: todo se reduce a fuerzas físicas, las de la atracción y la repulsión. Cuando se dan estas premisas, no hay ninguna razón para salir de esto. Si Freud salió de eso, es porque se lo dieron otros: se atrevió a pegarse de la importancia de lo que le llegaba, por ejemplo de las antinomias de su infancia, de sus confusiones neuróticas, de sus propios sueños. Es allí dónde Freud está, y es para todos nosotros, un hombre colocado en medio de todas las contingencias más humanas, la muerte, la mujer, el padre. (ELP 2)
Esto constituye una vuelta a los orígenes y merece apenas el título de ciencia. Se va como del buen cocinero, que sabe recortar bien el animal, separar la articulación con la menor resistencia. Para cada estructura, admitimos un modo de conceptualización que le es propio. Entramos no obstante por ahí en la vía de las complicaciones y preferimos volver a la noción monista más simple de deducción del mundo. Sin embargo, hay que darse bien cuenta de que no es con cuchillo que disecamos sino con conceptos: el concepto tiene su orden original de realidad.
Los conceptos no surgen de la experiencia humana, si no estarían bien hechos. Las primeras denominaciones son hechas a partir de las palabras; son instrumentos para delinear las cosas. Así, toda ciencia se queda mucho tiempo en la noche, enredada en el lenguaje. Lavoisier, por ejemplo, al mismo tiempo que su flogistica, aporta el buen concepto, lo oxigena. Hay primero un lenguaje humano totalmente formado para nosotros, del que nos servimos como de un instrumento muy malo. De cuando en cuando se efectúan caídas, de la flogistica al oxígeno. Hay que siempre introducir símbolos, matemáticos u otros, con lenguaje corriente; hay que explicar lo que se va a hacer. Estamos entonces al nivel de un cierto intercambio humano, el del terapeuta, donde Freud se encuentra a pesar de su denegación. Así como Jones lo mostró, Freud se impuso el principio de ascesis de no darse rienda suelta al dominio especulativo a donde fuertemente su naturaleza le llevaba, se sometió a la disciplina de los hechos, del laboratorio; se alejó del mal lenguaje.
Pero consideremos la noción del sujeto: cuando se la introduce, nos introducimos a nosotros mismos; el hombre que les habla es un hombre como otros; se sirve del mal lenguaje.
Desde el origen, Freud sabe que hará progreso en el análisis de las neurosis sólo si él mismo se analiza.
La importancia creciente atribuida a la contra transferencia significa el reconocimiento del hecho de que se es dos en el análisis, no que dos, fenomenológicamente, es una estructura: por ella fenómenos solamente ciertos son aislables, separables. Es la estructura de la subjetividad que les da a los hombres esta idea de que ellos mismos son comprensibles.
Ser neurótico puede servir para hacerse buen psicoanalista: al principio esto le sirvió para Freud. Así como al Señor Jourdain con su prosa, hacemos el sentido, el contrasentido, el disparate. Todavía había que encontrar allí líneas de estructura. Jung también redescubre maravillándose, en los símbolos de los sueños y los símbolos religiosos, los ciertos arquetipos (otra ref) propios de la especie humana: esto también es una estructura.
Freud introdujo otra cosa, el determinismo propio de aquel nivel de estructura. De ahí la ambigüedad que se reencuentra por todas partes en su Obra; ¿por ejemplo, el sueño es deseo o reconocimiento del deseo? O incluso, el ego es a la vez como un huevo vacío, diferenciado en su superficie al contacto del mundo de la percepción y también, cada vez que lo encontramos, el que dice no, o yo (moi); es el mismo del que dice nosotros, que habla de otros, que se expresa bajo estos diferentes registros: vamos a seguir las técnicas de un arte del diálogo; como el buen cocinero, sabemos cuales junturas, cuales resistencias encontramos.
El super ego es también una ley desprovista de sentido pero en contacto con los problemas de lenguaje. Si hablo, si digo « tú tomarás por la derecha », es para permitirle concordar al otro, su lenguaje con el mío, pienso en lo que pasa en su cabeza en el momento en el que le hablo; este esfuerzo de acuerdo es la comunicación pura del lenguaje. Este "tú" es tan fundamental que interviene antes de la conciencia. La censura, por ejemplo, es intencional, juega antes de la conciencia, funciona con vigilancia. Tú no es una señal sino una referencia al otro, es orden y amor.
Del mismo modo el ideal del Yo (Moi) es un organismo de defensa perpetuado por el Yo (Moi) para prolongar la satisfacción del sujeto; es también la función más deprimente, en el sentido psiquiátrico del término.
El Id no es reducible a un puro dato objetivo, a las pulsiones del sujeto; un análisis jamás acabó en tal índice de agresividad o de erotismo; es un cierto punto en la dialéctica del progreso del análisis, el punto extremo del reconocimiento existencial: tú eres esto (tu est ceci), ideal jamás alcanzado por el fin del análisis. No es tampoco la maestría de sí completa, la ausencia de pasión; el ideal es volver al sujeto capaz de sostener el diálogo analítico, de hablar ni demasiado temprano, ni demasiado tarde; es esto a lo que se refiere un análisis didáctico.
La introducción de un orden de determinaciones en la existencia humana, en el dominio del sentido, se llama la razón. El descubrimiento de Freud, es el redescubrimiento, sobre un terreno yermo, la razón.
traducción,
margarita mosquera.
versión francesa: texto ELP+ALI
Margarita Mosquera.
di1version@gmail.com
Móbil consultorio: 3168255369
Medellín Colombia
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